martes, agosto 29, 2006

VUELVO CON LA VISTA PUESTA EN ALHAURÍN

Recién llegado al puerto de la normalidad cotidiana y tricionera, después de un mes norteño apartado del mundanal coñazo de la información diaria, veo que la vida sigue igual, que diría el morenazo de Julito Iglesias.
Tiene el verano un algo curioso y es que mientras dura uno descansa de lo lindo, pero tanto cuando empieza como cuando acaba da una pereza monumental. Las cosas de la vida, en fin.
Ya digo que he permanecido un agosto desenchufado. Tanto que apenas acierto ahora con las oes del Google. Eso sí, “Alhaurín” lo escribo perfectamente que es, acaso, lo más importante que pueda escribirse en estos momentos sobre la actualidad patria, o nacional, o estatal o como coño se diga ahora. No en vano Alhaurín es el término que todo lo encuadra. El dardo perfecto. La gran metáfora del día a día politiquero y parlachín del corralito español. Mundial, incluso.
Si por las páginas de los diarios no han dejado de asomarse las llamas crepitantes de los prados gallegos, las barbas de Rubalcaba el Justiciero, las mochilas de Atocha –aún dura la onda expansiva-, el hueco de la ausencia de Pepiño, centenares de cayucos dispuestos en el mar tales como si de la guerra de Troya se tratase y la ración cotidiana de los batasuneros y otros animales, por las teles no han dejado de pasar, haciéndose un hueco entre el culo de la Bekcam y el luto Ortega Cano, los cuerpos encadenados de los choricetes de Marbella, con su cohorte de enviados especiales a cada uno de los platós de moda. Todo ello con la Pantoja como eje gravitatorio, que para eso es una la Isabel de todas las Españas.
Así pues, seducido por este moreno y engominado pelotón de putones, largantes y caraduras he pasado de los editoriales a los artículos de la Rigalt y Ángel Antonio Herrera, y de los telediarios a los A tu lados, dándome cuenta de que ni aún así sale uno del mismo lodazal.
Mal va el que desprecie la farándula marbellí, porque será también el que piense que aquello es un caso aislado (“malaventurados sean los cegatos, porque de ellos es el reino de la mentira y la extorsión”). Ahí está todo, ya digo. Marbella es el gran teatro de mundo actual. La mejor metáfora del poder jamás contada. El viento cabrón que levanta la falda al reverendo Estado del Bienestar, que queda en pelotas y retratado para siempre, ante las ojipláticas miradas de los que nada sospechaban.
Hasta tal punto, que el caso se revela como la última oportunidad de salvación para los políticos y burócratas varios, pecadores por definición. Es el momento de que el que quiera salvarse del Juicio Final –tengamos fe: llegará- alce la voz y diga, como los camaradas de Espartaco cuando el centurión le requirió para aplicarle el castigo, “Yo soy Julián Muñoz”.
Péguense pues todos y todas un negro bigotazo bajo la napia y corran en fila de a uno hacia la cárcel de Alhaurín. Óigase el mismo eco rotundo y estruendoso en cada diputación, en cada ministerio, en cada simple oficina municipal: “Yo Soy Julián Muñoz”, “No, Yo soy Julián Muñoz”, “Yo sOy Julián Muñoz”… y arremánguense las mangas del pijama a rayas del talego para servir cocacolas a los colegas del gremio del delito, gacha ya la cabeza que tan alta mostraban por las moquetas y ligeros los bolsillos que tan llenos estaban de dineros ajenos, mientras nosotros, probos ciudadanitos de a pie, vivimos libres al fin y ligeros de equipaje…


PS: Por cierto, compañeros, veo que vosotros no paráis ni en Agosto. Joder, como sois. Enhorabuena.
PPS: No puedo dejar de felicitar a Mario Noya. Estoy que me pincho y no sangro de ver artículos dedicados a Mihura y Muñoz Seca en Libertaddigital. A ver si se lanza con Jardiel, cherif de todas las sonrisas de bien. Ya era hora de un reconocimiento a todos estos genios del humor, tan injustamente maltratados e ignorados. Así nos va.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Es ciereto que todos los Ayuntamientos son más o menos corruptos. no sé si a ese nivel, pero todos cojean del mismo pie.
Un saludo.