LA ESTÚPIDA NOCHE BLANCA

Ando con prisas, pero no quería dejar pasar la ocasión de denunciar eso que ha dado en llamarse Noche Blanca. En definitiva, una estupidez más del estúpido de nuestro alcalde para dejar encantado a las masas estúpidas. Lo siento, pero así lo vi yo, nocherniego como lo soy por las calles centrales de mi queridísimo Madrid. Todo fueron incomodidades vendidas eso sí bajo un halo de baneficio a la masa aborregada, encantada de acudir a todo aquello que le vendan como novedad. Las plazas y avenidas abarrotadas de gentuza macrobotellónica, los museos con colas de visitantes que, en su mayoría, no han visto un museo en su puñetera vida, tontorrones cantando o desgañitándose en escenarios de tres al cuarto puestos en cualquier esquina, basuras, calles cortadas, escasez -más aún- de aparcamiento, luces cursis manchando de día lo oscuro de la noche y, sobre todo, dinero y dinero y dinero derrochado por el antojo infantiloide de un alcalde insensato y populista al que pueblo adora. Me lo dijo mi amigo Antonio, italiano cachondón de inteligencia fina: Joder, Juanjo, si mañana a esta gente le venden la noche de las obras públicas son capaces de arremangarse y acudir en masa pala en mano a deslomarse donde haga falta encantados de la vida. Y así es. La masa informe y borrega y cavernaria que denunciaba Ortega tomó las calles de Madrid el otro día. Me cuentan de primera mano que ya están preparando -por una decisión que sorprendería escuchar cómo fue de ligera- la Noche Deportiva. Ya me estoy imaginando a las gentes haciendo carreras de sacos por la calle Alcalá. En fin. Que nunca más claramente se produjo eso de la tragedia de los comunes. Y todo a cuenta del trabajador que ríe de pan y circo. Así nos va.