Según el artículo 33 de nuestra sacrosanta Constitución Española, “se reconoce el derecho a la propiedad privada y a la herencia de los individuos”. Hasta aquí no hay problema. Fíjese el avezado lector incluso en lo particularmente atractivo del verbo usado por los constituyentes: “reconocer”, y no “conceder” u “otorgar” (o sea, que se alude con esto a que la propiedad ya estaba antes de que a estos les diera por reunirse).
Pero como la cosa es demasiado bonita para ser verdad, la cruda realidad se encarga de echarnos por encima un cubo de agua fría. Hablan los padres fundadores de la patria: “La función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes” y la traca final: “Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las leyes”.
A tomar por saco. Todas las esperanzas creadas por la primera frase echadas a perder. Todos los sueños e ilusiones rotas de la manera más vil. Pareciera que nos hayan puesto la zanahoria para arrearnos después con el palo de lo socialmente justo y bondadoso.
Bueno, pues todo esto viene porque el último atizado ha sido el ínclito Pedro J. Ramírez. La Sra Narbona, con la Constitución en la mano, ha declarado que la propiedad privada de la piscina del director del mundo queda delimitada por la función social, la utilidad pública y el interés general (padre, hijo y espíritu santo del socialismo dominante).
Así, la decisión del Departamento que dirige Cristina Narbona ha decidido que la ya famosa piscina que otrora fuera asediada por las hordas republicanas sea ahora la que sirva durante unos meses determinados para que los escolares de la zona acudan a darse un chapuzón, hacerse un pis y tirarse a bomba.
Aprovechando la ocasión, la ministra zapateril ha aprovechado para demostrar a Gallardón que ella también sabe regular hasta límites insospechados y pensar en los detalles más tontos. Por eso, ha dejado muy claro que los escolares podrán usar la piscina durante dos horas al día los meses de mayo, junio, septiembre y octubre, en grupos de diez y acompañados por un monitor. El acceso se hará "por un sendero que llega hasta la terraza de la piscina y a través del propio domicilio del gestor", que deberá asumir el coste correspondiente "al mantenimiento de un empleado que abrirá la finca a los usuarios y les acompañará hasta la piscina" además de tener que transformar un trastero en aseo. Y olé!
Pero como la cosa es demasiado bonita para ser verdad, la cruda realidad se encarga de echarnos por encima un cubo de agua fría. Hablan los padres fundadores de la patria: “La función social de estos derechos delimitará su contenido, de acuerdo con las leyes” y la traca final: “Nadie podrá ser privado de sus bienes y derechos sino por causa justificada de utilidad pública o interés social, mediante la correspondiente indemnización y de conformidad con lo dispuesto por las leyes”.
A tomar por saco. Todas las esperanzas creadas por la primera frase echadas a perder. Todos los sueños e ilusiones rotas de la manera más vil. Pareciera que nos hayan puesto la zanahoria para arrearnos después con el palo de lo socialmente justo y bondadoso.
Bueno, pues todo esto viene porque el último atizado ha sido el ínclito Pedro J. Ramírez. La Sra Narbona, con la Constitución en la mano, ha declarado que la propiedad privada de la piscina del director del mundo queda delimitada por la función social, la utilidad pública y el interés general (padre, hijo y espíritu santo del socialismo dominante).
Así, la decisión del Departamento que dirige Cristina Narbona ha decidido que la ya famosa piscina que otrora fuera asediada por las hordas republicanas sea ahora la que sirva durante unos meses determinados para que los escolares de la zona acudan a darse un chapuzón, hacerse un pis y tirarse a bomba.
Aprovechando la ocasión, la ministra zapateril ha aprovechado para demostrar a Gallardón que ella también sabe regular hasta límites insospechados y pensar en los detalles más tontos. Por eso, ha dejado muy claro que los escolares podrán usar la piscina durante dos horas al día los meses de mayo, junio, septiembre y octubre, en grupos de diez y acompañados por un monitor. El acceso se hará "por un sendero que llega hasta la terraza de la piscina y a través del propio domicilio del gestor", que deberá asumir el coste correspondiente "al mantenimiento de un empleado que abrirá la finca a los usuarios y les acompañará hasta la piscina" además de tener que transformar un trastero en aseo. Y olé!
5 comentarios:
Buenas.
Pues sobre el falangismo militante del amor oscuro de Lorca, creo que viene en la biografía de Gibson. Si no, puede ser que venga en el libro que el mismo autor tiene sobre José Antonio. Si tengo tiempo y lo busco, ya te lo diré concretamente.
Y sobre la confesión, creo recordar que sí que lo cuenta Gibson. De hecho, cuando la vida de Lorca se llevó al cine también se capta este detalle. Ahora bien, no sé si habrá sido error mío al escribirlo: Lorca no "pidió" confesión. Se la ofrecieron a todos los que iban a morir y sólo él, de los 4 que eran, quiso hacerlo. De hecho, a la hora de rezar, es curioso el hecho de que no se acordaba de ningún rezo y fue el propio cura quien tuvo que ir recordándoselo.
Un saludo.
Hombre, yo comprendo que eso de la utilidad pública es siempre muy elástico. Que se presta a todo tipo de abusos. De todas formas, ¿no admitiréis los liberales que hay casos en que la expropiación es la mejor manera de mejorar la gestión de un bien?
Acordaros por ejemplo del caso de los latifundistas, ya pasó a la historia el problema de la reforma agraria, pero ¿no es evidente que podría mejorarse la gestión de una finca en la que el único interés de su acaudalado dueño sea tenerla para su solaz? Por muy liberal que sea uno hay cosas que hay que reconocer.
Un saludo.
Estimado Orlando, me apunto tu recomendación.
Sobre Gibson, apuntate también el libro que tiene sobre José Antonio. En él se apuntan pruebas también a la relación que Federico mantenía con Primo de Rivera (amistosas, por supuesto).
Sobre la película, no me refería a la de Andy García. Aquélla que yo recuerde no era precisamente muy ilustrativa. Me refiero a la adaptación de la biografía de Gibson que hizo, creo recordar, Bardem.
En lo referente al usuario anónimo, la respuesta es claramente no. La gestión de una finca cualquiera sólo y exclusivamente puede marcarla el legítimo propietario de la misma. Tu razonamiento nos puede llevar a la Rusia de Stalin en 2 días: convirtamos pues cada jardín y cada piscina en una fábrica, ¿no? ¿sería este un mundo mejor gestionado? ¿hay alguien que pueda determinar mejor que yo la gestión de mis propios bienes sin que yo se lo pida? ¿tiene alguien derecho a hacerlo? Evidentemente, no.
Un saludo.
Si en el liberalismo hay un principio alumbrador de todo lo demás es el derecho de propiedad. Nunca, en ningún caso, nadie puede usar la fuerza contra la propiedad (bienes o el propio cuerpo) de nadie. A partir de ahí, allá cada quien.
Así pues, jamás podrá conciliarse una expropiación con el liberalismo.
Todo debe ser susceptible de comprarse y venderse si el dueño quiere.
Por supuesto, al hablarse de propiedad, debemos referirnos a la propiedad legítima, cosa que en ninguno de los casos es la situación de las propiedades estatales.
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