domingo, marzo 25, 2007

DE OTEGUI A GODOT

Arnaldo Otegui parece haber sido nacido para lo que es. Esto no es un fenómeno muy habitual, pero en ocasiones ocurre. Así, podemos ver sentados en la barra de cualquier bar a gentes con cara de oficinistas o secretarias o limpiabotas que, además, tóquese usted el níspero don Jaime, son oficinistas o secretarias o limpiabotas. Asusta un poco pensar en esto porque dar fe de ello sería algo así como aceptar la mano prodigiosa de un algo extraterrenal que nos define desde el comienzo de los tiempos, la existencia de una equis marcada en rojo en el mapa de los genes, lo cual que aquello del libre albedrío no pasaría de ser una mera ilusión, la tabla triste a la que agarrarse tras el naufragio. Que cada cual piense lo que quiera que, como en la jota cachonda, “yo no digo que lo sea, / pero sí que lo parece”. Y es que no se me podrá negar que el tipo parece haber nacido para ser el malo de la peli de la vida de tantos: mirada tétrica, malencarado, nariz espigada y peluda, negro eterno en el vestir, fealdad desagradable y, para colmo, una pinta de ser alérgico al jabón que tira para atrás. Una suerte de Che a la vascongada, o sea, que no en vano pecan ambos, además, de una exagerada querencia a la sangre ajena y el odio al enemigo (“el odio como factor de lucha” y todo eso, ya saben).

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