Resulta que en una de esas en que los editores pinchan a la hora de transcribir o retocar los textos que han de aparecer a la mañana siguiente en ese tigre de papel con que el poeta bautizó a los periódicos para siempre, Jamime Campmany -genio y figura, por los siglos de los siglos, amén- se desayunó encontrando que en su columna diaria del ABC aparecía "tonto intenso" donde debiera haberse leído "tonto intonso". La diana de su dardo era el democristiano -a la par que tonto- Javier Tussel (de ahí lo de "intonso"). El caso es que si Campmany casi se atraganta con el croissant a causa de la risa, el bueno de Tussel casi hace lo propio del cabreo que se cogió. Al final, el episodio no hizo sino avivar las brasas casi apagadas de antiguas contiendas dialécticos entre ambos, sirviendo el crepitar de la batalla para que a don Jaime le saliera uno de los sonetos más precisos que escritos han sido en nuestra patria lengua:
Eres tonto, Tussel, hasta el cogote.
¿Hasta el cogote sólo? Más, ¿qué digo?
tonto hasta más abajo del ombligo,
hasta la misma punta del cipote.
Eres tonto de baba y estrambote,
tonto de cagajón, tonto del higo,
tontaina clerical, rampabodigo,
tolondro, tontolín, tonto del bote.
Correlinder, bambarria, ablandabrevas,
chirrichote, bodoque, majagranzas,
mastuerzo, maxmordón y mamacallos.
Un capirote por birrote llevas,
hacia Pichote giran tus andanzas,
y asas como manteca tus ensayos.
Todo esto, además de para sacar del cajón al maestro olvidado, lo escribo porque acabo de ver una noticia que inevitablemente me ha hecho recordar el episodio narrado: resulta que el magnánimo Príncipe de Inglaterra, don Carlos el Orejudo, ha decidido apearse definitivamente de su jet privado debido a la insostenible crisis nerviosa que le producía el profundo sentimiento de culpa de estar derritiendo glaciares por los mundos de Dios a causa de las emisiones de CO2 de su aparato (del avión, se entiende). Es de suponer que también dejará de usar todos sus coches y demás aparatos peligrosos para el medio ambiente. No os asustéis, pues, si lo veís venir por cualquier calle, con luengas barbas, faldita en ristre, ataviado con cachaba y mochila.
En fin, que parece que con tal tontería pretende este tipo ganarse los favores de un pueblo que hace tiempo ya los toma - a él y a toda su familia- por el pito del sereno. No se les puede tomar de otra manera. Son tontos. Tanto como Tussel. Tanto como tooooodos los ecologistas que en el mundo han sido.
No en vano son la plaga de los siglos venideros. El enemigo a batir.
9 comentarios:
jajaj.... joder con el orejas. Ya no saben qué hacer. Aun así ¿alguien se cree que esto se va a llegar a cumplir? No se lo cree ni el.
Carlos de Inglaterra representa a la izquierda más rabiosa, arrabalera y profundamente enferma en lo moral.
Yo es que me parto con la izquierda.
Que el facha de Capmany llame tonto a quien nos trajo el Gernika... yo, que no tengo nada que ver con todo lo listos que sois vosotros los fachas, también quiero ser tonto.
Tranquilo, eres tonto desde hace tiempo, fachirrojillo.
Tusell gestionó la devolución del Guernica, pero no lo trajo él. Fue una labor de la derecha. Lo dicho, eres tonto.
Además escribe "Gernika".
Más tonto aún si cabe.
"Carlos de Inglaterra representa a la izquierda más rabiosa, arrabalera y profundamente enferma en lo moral."
Perdón se me olvidaba:
Firmado: Antonio, Córdoba, el rígido
'Además escribe "Gernika".
Más tonto aún si cabe.'
No cabe más. Esto lo hace por costumbre.
Jajajaja. Me parto con las cosas de JL. Hace tiempo dejé un comentario (sin insultos ni expresiones soeces, tan solo diciendole que no se creyera todo lo que escucha en la SER y que aportara pruebas de lo que decía) en un artículo de su blog. Pues este personajillo ha considerado que era terriblemente grave meterme con el "Jesús del Gran Poder" de PRISA y ha suprimido mi comentario.
Estos progres, tan democráticos como siempre...
Alvaro
Oh, cuanta luz veo en este blog, cuanta gente inteligente que reconoce a millas a los tontos y los puede separar del resto de la plebe.
Los rojillos, los ecologistas, los de izquierdas, esos ¡tontos!
Perdonad sus ilustrísimas intelectualidades, sabios y expertos, a este modesto cuidadano, que ante tanta sabiduría no puede más que quedarse ciego y regocijarse por estar presente ante los elegidos para gestionar el mundo.
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