miércoles, julio 11, 2007

EL ECOLOGISMO MIENTE, ROBA Y MATA

Acabamos de asistir todos al último movidón de la secta ecologista. En los conciertos repartidos por todo el mundo, los más exquisitos artistas, las más sublimes minifaldas, los más irresistibles metrosexuales del planeta hicieron su aparición para remover y activar la conciencia colectiva. Por supuesto, Al Gore, el gran padre de la cosa, se dirigió a las masas con el único mensaje de alertar acerca del inminente fin del planeta y señalar con el dedo como culpables a los malvados empresarios capitalistas, capaces incluso de alterar las más alambicadas fuerzas naturales.
No es casualidad ni pura literatura que denomine a todos los que allí estaban de cuerpo o espíritu presente como secta, pues es lo que son. Fuera de ella no hay sino la más terrorífica de las condenas y dentro de ella nada más que el discurso oficial del líder. Es el ecologismo la gran secta del S. XXI, inicialmente formada por todos cuantos con la caída del muro de Berlín se vieron despojados de ideales a los que echar mano y que actualmente cuanta con el enorme campo de cultivo de las tan insulsas como peligrosas buenas intenciones, tan fáciles de ganar cuando parece ser que la causa (como ya lo fue y sigue siendo el socialismo) parece correr pareja al sentido común y a fines tan aparentemente poco rechazables como el bien de todos y la salvación universal. Sin embargo, de la misma manera que pasó con el ideal socialista, no es ésta más que otra gran excusa para, aterrorizando a la gente, llevarla, como el pastor a las pacíficas ovejitas, por el espeluznante camino de la servidumbre.
Nos dicen y nos gritan y nos argumentan y nos machacan esta cohorte de neuróticos troleros que el clima está cambiando. Pues claro que está cambiando, hombres y mujeres de Dios. Nada, de hecho, más inestable que el clima (precisamente por eso, pocas cosas tan difíciles de prever y calcular). Cosa distinta es que tras el cambio se encuentre la mano negra y más que visible del hombre avaro y capitalista, gordo y con puro, que con el único fin de ganar dinero está dispuesto a cargarse el planeta. Y es que si ésta es la causa del actual cambio, si hasta que los efectos de la industria no hicieron mella en el ambiente todo era estable, estaría bien saber por qué oscura razón han vivido los hombres épocas pasadas como la conocida por la comunidad científica como “pequeña edad de hielo” en la que, por ejemplo, los niños de Londres corrían por encima de un Támesis tan sólido como la actual Downing Street o cómo más atrás todavía en el tiempo, en la era conocida como “óptimo climático medieval”, los vikingos cultivaban en Groenlandia o los cultivadores de viñedos hacían el agosto durante todo el año por tierras británicas. ¿Por qué, por tanto, ahora es el hombre el causante de un cambio que dura ya más de 200 años y entonces era tan sólo una consecuencia natural?
Pero es que la cosa va más lejos todavía, porque admitiendo que estamos en pleno cambio climático, podemos acudir a los datos para quedarnos aún más sorprendidos si cabe y parecernos el hecho de casar el binomio clima-hombre más difícil que los malditos cuadros del famoso Rubik porque, viendo los índices de temperatura del planeta desde la mitad del S. XIX vemos que ha aumentado en 0,5º. Sin embargo, al seguir la línea del gráfico la lógica ecologista oficial se nos viene completamente abajo al ver cómo la mayor parte de la crecida se produce antes de 1940, momento a partir del cual (nótese que nos encontramos en el periodo de posguerra, en pleno boom industrial con su consecuente disparo de emisiones de CO2) no sólo el termómetro deja de subir sino que se produce una bajada durante casi 40 años consecutivos. ¿Por qué, entonces, si la temperatura corre tras el CO2 con la misma fidelidad que un progre tras el dinero, se empeñan los grados centígrados en venirse abajo?
Estando bastante claro que no deja todo de ser un enorme timo, no sabe uno si reír o llorar. Desde luego, las risas son difíciles de contener cuando uno escucha y lee las apocalípticas predicciones a que nos tiene ya acostumbrado esta manada. Ya vemos cada año cómo los mares no hacen sino aumentar (no hay ningún dato de valor que así lo testifique), los huracanes y las grandes catástrofes naturales se van a incrementar de manera drástica (son tan difíciles de predecir que incluso se habla de imposibilidad por parte de muchos científicos) o el tan manido deshielo de la Antártica (pocas mentiras tan burdas y descaradas: en primer lugar, porque las imágenes primaverales de cada año de los glaciares derritiéndose son allí algo tan común como aquí la caída de las hojas en otoño; y en segundo lugar, porque si bien la península antártica lleva calentándose cerca de 6000 años, el resto –más del 90%- está en periodo de enfriamiento). Pero es que estas cosas no son nada nuevo. Todavía pueden repasarse en bibliotecas y hemerotecas las profecías -y los remedios- que entonces realizaban -y proponían-, el Club de Roma, Paul Ehrlich y tantos otros: "En el año 2000 Inglaterra habrá desaparecido por falta de alimentos y de otros muchos recursos"; "Antes del año 2000, al menos sesenta millones de estadounidenses habrán perecido por el hambre"; "Carece de sentido tratar de salvar al subcontinente indio. Sus más de mil millones de habitantes están condenados y nadie podrá salvarlos"; "Una nueva glaciación, causada por el hombre, ha comenzado"… En fin, que de risa, como decía, si las consecuencias de todas estas idioteces no fueran realmente para llorar.
Siguiendo el esquema del tan viejo como fresco Fréderic Bastiat, podemos decir que, atendiendo a lo que “se ve”, el cumplimiento de la gran solución de los ecologistas del mundo -el protocolo de Kyoto- los españoles deberán costear la friolera de 19.000 millones de euros entre 2008 y 2012. Además, se provocará un incremento adicional de la inflación de 2,7% en el año de su puesta en marcha, una reducción inmediata del PIB de casi un 1%, una previsible deslocalización de parte de la industria española hacia países donde el protocolo no se haya firmado o en los que tengan excedentes de derechos de emisión, y un fuerte encarecimiento de la energía. A estas consecuencias inmediatas sólo pueden seguirle el aumento del desempleo, la desaparición de industrias relativamente pequeñas y estancamiento económico general. Imagínese el lector los datos a nivel mundial. Pero siguiendo con Bastiat, hay que atender también a lo que “no se ve”, que son todas aquéllas oportunidades, negocios, empresas… que se han perdido ya para siempre a causa de las trabas y restricciones burocráticas que la regulación (propia de Mussolini o Stalin) de la economía supone y que son imposibles de calcular (y todo para conseguir, suponiendo que todos los países firmaran y todos los firmantes cumplieran a rajatabla el protocolo –que ni lo uno ni lo otro-, reducir la temperatura de aquí a 100 años en 0,04º) . Por supuesto, entre todas estas consecuencias nefastas, hay que contar de manera destacada las muertes que de manera directa (ahí está la prohibición del DDT, que ha provocado 50 millones de muertos por las falsas alarmas ecologistas de que causaba cáncer) o indirecta, por no dejar desarrollarse a los países que, por otra parte, no aspiran más que a lo que pudimos hacer nosotros hace años.
Una verdadera tragedia, en fin, es toda esta movida ecologista que a tantos desalmados da de comer, que a tantos desesperados acoge en su seno y que a tantos nostálgicos de regímenes políticos ya derrotados da la oportunidad para seguir ejercitando el músculo de la opresión y las ansias de servidumbre ajena. Tragedia que, como hemos visto, no consiste más en una serie de colosales mentiras, que no puede servirse más que del dinero robado a los ciudadanos honrados y que, para colmo, lleva en su haber ya para siempre la muerte de millones de seres humanos que no ansían más que a desarrollarse y vivir en libertad, únicos modos, por cierto, de tener un ambiente sano y saludable a todos los niveles. Sólo con más desarrollo y más libertad, sólo con más dosis de capitalismo, el hombre conseguirá tener un espacio vital limpio y perfectamente cuidado, pudiendo además enfrentarse sin problemas, sacándole provecho incluso, a cualquier tipo de cambio climático.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Cosa más rara que no estuvieran los Bardem.

Anónimo dijo...

Pues yo creo que algo de razón tienen y el clima está totalmente loco, tras una una sequía en la que no dejaba de llover nos hemos zambullido en el verano más caluroso de la historia en el que a 11 de julio todavía no hemos sido capaces de alcanzar los 40 grados (Hablo de Madrid).

Butzer dijo...

Por supuesto que algo está pasando. Lo que me fastidia como siempre, es que alguien se está haciendo de oro y no ofrece ninguna solución más o menos clara.

GUILLE da MAUS dijo...

El clima siempre estuvo loco. Baste revisar periodicos de los 60, 80 y 70 y nunca falta una alusión al "clima loco". Otra cosa es que las "anomalias" tengan mas publicidad que antes.

Anónimo dijo...

Jaja sí, framling, este verano en el interior de España esta siendo inusitadamente suave. Hemos tenido un mes de junio muy moderado en temperaturas. Y aunque dicen que subirás llevamos prácticamente la primera quincena de julio rondando los 29-33 de maxima.

Libertarian

Anónimo dijo...

Mas que el 'clima' que claro que cambia, debido a infinitud de variables, el problema es la contaminacion, de rios, lagos, mares, bosques, etc... Y visto que todos estos años de nacionalizacion de la naturaleza no han servido para nada, habria que quitarles ese poder y devolverlo a los ciudadanos mediante la propiedad privada. Eso es por lo que hay que luchar. La solucion vendra immediatamente despues.

Mary White dijo...

Don Corleone... el ecologismo roba, mata... y te acabo de taggear!
http://marygodiva.blogspot.com/2007/07/fausta-por-tu-curpa-curpita-que-dice-la.html

Anónimo dijo...

Señores conservadores dejen de apropiarse del término Liberal no sean cínicos y sinvergüenzas.
Ustdes no son liberales ustedes son la versión opuesta del socialismo enfermizo.
El verdadero Liberalismo respeta a la Naturaleza.
Ustedes son conservadores codiciosos y mercantilistas.
Para ustedes "liberalismo" es dinero, dinero y más dinero, cerdos codiciosos.
Por qué le atacan a Gore si ustedes son exactamente los mismos, demócratas y republicanos son exactamente lo mismo, hipócritas. Hipócritas dan asco.
¡Basta sinverguenzas, basta!