viernes, abril 15, 2005

APUNTES TRUJILLESCOS SOBRE LA SITUACIÓN DE LA VIVIENDA EN ESPAÑA

Al calor de las ya famosísimas declaraciones de la Ministra de Vivienda Maria Antonia Trujillo se ha reavivado el fuego, ya de por sí candente, del debate en torno a la vivienda en nuestro país. Llevamos ya unos cuantos años hablando del asunto, escuchando a la gente quejarse, expertos dando soluciones variopintas y políticos haciendo… deshaciendo… no sé que han hecho, la verdad.
Y a todo esto la Ministra, ávida de justificar el sueldo (y el cargo), salta a la palestra informativa con una propuesta por todos de sobra conocida y que ha revolucionado el país cual Moratinos en estado puro. Pero, lejos de provocar risa, las declaraciones de la Ministra Trujillo guardan un análisis muy tenebroso, análisis ya clásico entre los amantes de la libertad.

Una vez más aparece el gobierno de turno resolviendo problemas, ofreciendo soluciones imaginativas, lanzando sospechas e hipótesis. Pero ¡qué gran hipócrita!, si es él el creador de todos los males de su amado pueblo. Claro que la convicción general es la de que el gobierno podrá ser más o menos afortunado, pero siempre bienintencionado, mientras que algún malvado capitalista especulador será el causante de todos los males, sin duda.
Pero la única verdad, que espero algún día sea de dominio general, es que si los precios de la vivienda son altos es consecuencia directa de la actuación gubernamental. Por mucho que ahora se pretendan presentar como salvadores de la patria, lo único que consiguen es retroceder al país a oscuras épocas afortunadamente ya superadas (aunque, al parecer, no por todos).En este como en otros asuntos, los liberales tenemos muy claro que la solución pasa irremediablemente por una disminución del poder gubernamental.
En primer lugar, se suele decir que la gente no tiene dinero para pagar la casa pues la letra de la hipoteca se come en torno al 80% de la renta familiar, pero lo cierto es que lo que no se puede pagar es el piso y el gobierno, que no deja de ser un inquilino indeseado de nuestros bolsillos. Por lo tanto, la primera solución ha de consistir en una reducción impositiva que permita a las familias estar más desahogadas.
Y en segundo lugar, el suelo. Este aspecto es muy peculiar porque en nuestro país si algo abunda aparte del Sol es el suelo. Vivimos en un territorio que en su mayor parte es campo, terrenos baldíos que muy bien podrían ser urbanizados. Sólo hay que echar un ojo al tasa de densidad de población que en España ronda los 81 habitantes por kilómetro cuadrado, tasa bajísima que ya quisieran para sí muchos países industrializados que no disponen de tan abundante suelo (véase Japón, donde los problemas de espacio les han llevado a tomar soluciones cuanto menos curiosas). Pero en España no tenemos ese problema, tenemos otro, los políticos. Así pues, como antes he mencionado, la gente piensa que son los perversos capitalistas los que especulan con el suelo, nada más lejos de la realidad. El suelo es en su mayor parte de propiedad estatal (como casi todo, por desgracia) en sus diversas presentaciones: Administración central, autonómica y local, y son éstos entes públicos los auténticos especuladores pues lo van sacando a la venta con exasperante parsimonia, conscientes de que, junto al gravamen impositivo, es su gran recurso financiero. Por ello que no quieren desprenderse de ello más que en pequeñas porciones para que tamaña mina de oro continue saneando los rojos números de las cuentas públicas. Por lo tanto, los verdaderos especuladores son los gobernantes, que no dudan en retardar lo irremediable si con ellos obtienen réditos políticos.
Desde luego no es problema del número de viviendas construidas pues en los últimos años se han levantado en España 4,5 millones de ellas, lo que supone casi el 50% del total de la Unión Europea. La respuesta a la actual situación se debe a la lamentable actuación de los diferentes gobiernos porque han tomado medidas para incentivar el alquiler y a la vez otras que incentivaban la compra de viviendas, es decir, medidas antagónicas propias del desastroso poder público. Estas actuaciones las podemos clasificar en:
-medidas de regulación económica: a través de los planes de vivienda, leyes de arrendamiento urbano (si existe un modelo de ley nefasta la LAU está entra las candidatas) y leyes sobre el suelo.
-medidas presupuestarias, como por ejemplo las desgravaciones fiscales, préstamos cualificados y tipos de interés subsidiados.
El resultado de esta amalgama de medidas ha sido lo que tenemos hoy ante nosotros. Principalmente lo que han conseguido los clarividentes planificadores es no disminuir el alto nivel de viviendas y locales ociosos y no aumentar el número de arrendamientos, además de subsidiar los precios de las viviendas entre un 20% y un 50%.

Por otro lado, y advierto que ahora me voy a indignar, ¿quién se ha creído la Ministra para decirnos dónde y cómo tenemos que vivir los ciudadanos? ¡Ah!, se me olvidaba, Trujillo es parte del leviatán estatal. En ese caso está plenamente autorizada para dirigir nuestras vidas y nosotros hemos de agradecérselo como siervos fieles que somos.
La gente individualmente y de forma completamente autónoma y espontánea ha sido, es y será capaz de organizarse y adaptarse a las circunstancias de escasez natural de forma más hábil de lo que cualquier gobernante haya podido planificar. Lo único que necesita el ciudadano son menos regulaciones, menos manipulaciones, menos restricciones y más LIBERTAD INDIVIDUAL. Así de sencillo.

Saludos liberales.

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