El pensamiento izquierdoso no es más que una suerte de religión. Algo para lo que se requiere una fe infinita, ajena a todo argumento racional. Lo mismo es que por ella muera la gente de hambre, de miedo o de un tiro a las sombra de cualquier paredón. Lo mismo da que cada día la realidad eche abajo las mentiras en las que se justifica todo su argumento. Lo mismo da que la historia pruebe y vuelva a probar sus repugnantes resultados. Siempre hay una excusa a la que agarrarse. Siempre hay un culpable ajeno a quien culpar. Siempre, sobre todo, siempre hay una ciega fe tras la que resguardarse y en base a la cual ejercer la potestad de condenar moralmente al infiel.
Releyendo los versos de Ángel González –sin ningún género de duda nuestro poeta vivo más perfecto- me encuentro con este poema que perfectamente podríamos usar para vestir todo el pensamiento de la izquierda reaccionaria, tan abundante, tan chillona, tan condenable:
ALOCUCIÓN A LAS VEINTITRÉS
Ciudadanos perfectos a estas horas,Releyendo los versos de Ángel González –sin ningún género de duda nuestro poeta vivo más perfecto- me encuentro con este poema que perfectamente podríamos usar para vestir todo el pensamiento de la izquierda reaccionaria, tan abundante, tan chillona, tan condenable:
ALOCUCIÓN A LAS VEINTITRÉS
honorables cabezas de familia
que lleváis a los labios vuestra servilleta
antes de pronunciar las palabras rituales
en acción de gracias por la abundante cena:
vuestra responsabilidad de sólidos pilares
de la civilización y de Occidente,
del consumo de bicarbonato sódico
y del paternalismo hacia la servidumbre,
exige de vuestra parte
cierta ignorancia de hechos también ciertos,
un esfuerzo final en bien de todos,
la tozuda incomprensión de algunas realidades,
la fe más meritoria, en resumen,
que consisteen no creer en lo evidente.
Yo podría jurar que la tierra está fija
–ya lo juré otras veces–
y que el sol gira en torno a ella;
yo podría negar que la sangre circula
–lo seguiré negando, si hace falta–
por las venas del hombre; yo podría
quemar vivo a quien diga lo contrario
–lo estoy quemando ahora–.
No es que sean importantes los asuntos
objeto de polémica:
lo importante es la rígida
firmeza en el error.
Pues las mentiras viejas se convierten
en materia de fe,y de esa forma
quien ose discutirnos
debe afrontar la acusación de impío.
Con esto, y una buena cosecha de limones,
y la ayuda impagable de nuestros coaligados,
podemos esperar algunos lustros
de paz como esta de hoy,
en una nochesemejante a esta de hoy,
tras una cenalo mismo que ésta de hoy.
Tal como siempre, pues, pedid conmigo:
Más fe, mucha más fe.
Que en cierto modo,
creer con fuerza tal lo que no vimos
nos invita a negar lo que miramos.
3 comentarios:
Realmente, los define perfectamente.
Un saludo.
Muy acertado el poema y no menos buena tu introducción. Saludos.
Lamentable el reportaje que están poniendo ahora mismo en la 2...Saramago, Mayor Zaragoza, Manu Chao y demás intelectuales, opinanod sobre lo malo que es Bush.Más de tres años después, siguen con lo de la Guerra de Irak. Está claro que la izquierda no tiene otro argumento cuando les van mal dadas.
Alvaro
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