viernes, abril 22, 2005

MÁS COSAS DEL MIÉRCOLES

Aprovechando que Daniel me ha dado un poco de publicidad, me he decidido ha publicar algo más sobre la jornada del miércoles. Para los que no pudieron asistir, intentaré exponer lo mejor que pueda las ideas de tres de las cinco conferencias. De la de Christopher Horner que por ser en inglés me enteré poco (maldita ignorancia) y de la de Gómez-Acebo, que trató el asunto desde un punto de vista demasiado científico para mí; no expondré sobre ellas. Pido perdón por estas ausencias pero de las otras tres, sobre todo la de Gabriel Calzada, están más apañadas.

ALBERTO RECARTE
Comenzó A. Recarte señalando que los lobbys ecologistas y ciertos Gobiernos impulsaron el Protocolo de Kyoto (PK, en adelante) por mala conciencia. El PK pretende controlar las emisiones de gases como CO2, metano, y otros, que son los causantes del tan cacareado “calentamiento global”. Esta pretendida regulación la lleva a cabo Naciones Unidas, un órgano con enormes problemas estructurales.
Se quiere fijar límites a cada país (industrializado, por supuesto) que en caso de sobrepasarlo habrán de pagar. Esos límites o cuotas de emisión son susceptibles de compra-venderse en mercados internacionales no demasiado claros.
Todo esto viene de que los países industrializados son los causantes de los problemas medioambientales, hecho que además han aceptado por esa mala conciencia, es decir, su alto crecimiento en el pasado es la causa de todos los males. Busca el PK aplicarse a los países desarrollados como EEUU, Canadá, Japón, Nueva Zelanda, Australia y la “UE de los quince”.
Pero un elemento que todos tenemos que tener claro es que en ningún caso se desarrollará una solución con mandatos coactivos gubernamentales, sólo alcanzaremos el objetivo con libertad individual y desarrollo científico.
El fecha de remisión del PK es 1990 que pasa a ser el 100% de la emisión, es decir, la base a la que todo país tiene que ajustarse, así España lo tiene en un 115% para 2012. Pero lo irónico de todo esto es que los países subdesarrollados no tienen NINGÚN LÍMITE, quizá porque no se pensó en un desarrollo en perspectiva.
Tardó mucho en ratificarse el PK porque requería para ello una cuota mínima de países emisores (55% de las emisiones). Y si se ha podido llevar a cabo es porque finalmente Rusia ha decidido sacarlo adelante, pero finalmente no EEUU.
Este tratado es enormemente equivocado, las soluciones son otras. Así p.ej., China e India han aumentado el consumo de carbón y petróleo enormemente debido a su crecimiento, y los países del “eje” europeo tienen un colchón que les permite no tener problemas con el límite.

En cuanto a España, en el año 1996 firma el PK (con el PP en el Gobierno), pensando que el techo del 115% era muy alto, se creía que no íbamos a crecer más, algo que no podía andar más desencaminado. Dado que en el año base expulsamos 300 millones de TM, para 2012 nos fijaron 332 millones, pero en 2000 ya andábamos por 384 y el año pasado por 400. Como se observa, tenemos un enorme déficit ocho años antes de que llegue la fecha tope. Una auténtica barbaridad.
El coste para España por el exceso actual no se conoce con exactitud pues los derechos fluctúan pero rondaría 700 millones de dólares. Este coste español es elevadísimo, el mayor en términos absolutos, pero nadie ha levantado la voz porque la Administración Pública no ha hecho los cálculos que revelarían lo crudo de la situación de la economía española.

El mensaje del PK es falso porque en realidad no se arregla el problema controlando la emisión de CO2. No hay un conocimiento de las necesidades futuras. Lo que se requiere es que hubiese alternativas y que los países más dinámicos no fueran castigados. Así no se resuelven problemas, sólo se puede hacer con desarrollo.

JUAN JOSÉ TORIBIO
Inició la exposición comentando que el PK nació en diciembre de 1997 pero no ha entrado en vigor hasta que Rusia lo ratificó, como antes se ha señalado. No obstante, la UE adoptó una actitud “ejemplarizante” al aplicar medidas de control antes de que el PK tuviera relevancia jurídica internacional. Así, el 13 de octubre de 2003 dictó una Directiva comunitaria de obligada aplicación para los Estados miembro consistente en una reducción de los gases de efecto invernadero del 8% en el período 2008-12 con base en 1990. Se produjo una asignación de tal forma que países como Luxemburgo y Dinamarca apenas se vieron afectados, o Alemania con una reducción del 21%, también Reino Unido lo aceptó. A España se le autorizó aumentar en un 15% su emisión, pero en 2002 ya estábamos por el 43,9%. El resultado del PK es un aumento de los gases en un 56% (124 millones de TM) que habría que adquirir en forma de derechos de emisión.
A nosotros nos costaría 2400 millones de euros que p.ej. es el doble de los fondos estructurales de la UE el último año. Lo cual lleva a un lógico aumento de los costes de producción, produciría un incremento el IPI, y del IPC en un 2,72%. Las consecuencias de estos datos macroeconómicos serían una reducción del 1% del PIB, unos 20000 millones de euros en el período 2008-12.
Kyoto diferencia entre sectores regulados y no regulados. Esta distinción es muy importante porque los sectores no regulados por el tratado son muy importantes en lo que a emisiones se refieren, como la industria química (muy importante en Alemania) y los transportes, debido a sus particulares características.
En definitiva, lo único para lo que va servir es para la deslocalización de industrias de países en desarrollo sometidos a las leoninas restricciones hacia aquellos otros que por su menor grado de desarrollo no han sido objeto del tratado, con las consecuentes distorsiones en la competitividad. La lógica transferencia internacional de ventas sería otro efecto del PK. Pero lo más importante de todo es que p.ej. Alemania podrá emitir mucho más per cápita que España, lo cual encierra la gran verdad: el PK ataca el crecimiento y no la emisión.

GABRIEL CALZADA “KYOTO Y EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN”
Fue el presidente del Instituto quien finalizó la jornada y, en mi opinión, lo hizo a lo grande pues trató el asunto observándolo de modo diferente, no se centró en cuestiones particulares fácilmente aprehensibles como lo habían hecho sus predecesores sino que lo abordó desde una órbita sorprendente, al menos para mí.
Señaló G. Calzada que el Estado intenta, como ente colectivo, ser precavido, adelantarse a los acontecimientos, lo cual es completamente pernicioso. Se trata de una forma de ingeniería social que pretende adelantarse al futuro tomando precauciones, esta actitud sin duda, nos quita más de lo que nos da (si es que nos da algo).
Nació esta concepción de Estado precavido en los años ochenta en Alemania, concretamente en 1984 ante las no demostradas consecuencias de las actuaciones desarrolladas en el Mar del Norte. Se suele decir que la ausencia de evidencias de un efecto engañoso no impide la toma de medidas coactivas por el Estado, especialmente en materia ecológica. De tal forma que hoy en día está de moda pues el pasado verano Francia aprobó la inclusión del principio de precaución en su Constitución y, es más, el mamotreto constitucional europeo también lo adoptaba.
El PK aplica el principio con lo que parece que se le da al Estado el poder para intervenir en la actividad privada cuando lo estime oportuno bajo el pretexto de la precaución ecológica. Dicho principio lo que hace es revertir la carga de la prueba: ahora no será el poder público quien tenga que demostrar que determinada actividad es perniciosa para el medio ambiente sino que es el propio sujeto quien debe probar que su actividad es inocua.
Con todo ello vamos a llegar a una sociedad de riesgo cero (es decir, socialista) gracias a intervenciones en multitud de sectores y mercados. El efecto es que el Estado nos “defiende” de efectos dañosos pero en realidad nos lleva a una sociedad sin prueba y plagada de errores públicos.

TEORÍA DEL RIESGO. La Teoría del riesgo no es fruto del capitalismo, la acción humana conlleva un riesgo limitado, es decir, sabemos algunas cosas pero otras no podemos conocerlas. De aquí deriva la incertidumbre que autores como F.Knight y L.von Mises estudiaron y que se compone de:
-riesgo: ignorancia sobre la naturaleza.
-incertidumbre pura: inexistencia de leyes como las de la naturaleza en la acción humana.
A su vez existen tres tipos de formas de reducir la incertidumbre, a saber:
-aumentando conocimiento sobre la incertidumbre.
-incrementando el ahorro.
-mediante instituciones sociales nacidas no conscientemente sino fruto de la evolución social. P.ej. el seguro puede eliminar buena parte de la incertidumbre.
El problema viene cuando intentan ampliar esta concisa lista con uno nuevo, el famoso principio de precaución que se nos presenta como otro método más reductor de la incertidumbre. Trata de protegernos de un riesgo mediante el uso de la acción coactiva del Estado. A diferencia de los demás métodos, éste si interviene en la libre gestión personal del riesgo. Pretende algo distinto pues el principio no va a reducir el riesgo asociado a la actividad sino que elimina la actividad en sí, esto es, centraliza la gestión privada del riesgo. Cuando el Estado prohíbe una actividad fuerza a los individuos a renunciar a un riesgo pero a aceptar otro si cabe mayor, no poder llevar a cabo determinada actividad.

TEORÍA DEL RIESGO EN EL PROTOCOLO DE KYOTO. El PK no puede eliminar el riesgo, como mucho podrá reducir en parte el calentamiento global a cambio de imponer otro riesgo no deseado. Pero es que incluso la tan perseguida reducción es mínima, irrisoria, pues andará entre 0,02º y 0,07º en los próximos cien años según sea más o menos optimista el tratamiento que se le de.
Por tanto no se elimina el riesgo del calentamiento global y además se impone otro. Este favorecimiento de actividades científicas en detrimento de acciones humanas deseadas por los individuos provoca la consecuente disminución del grado de satisfacción personal.
La centralización del riesgo, que tiene su origen en la expropiación a los individuos, se encargará de realizarla Naciones Unidas y sus órganos delegados, y ya sabemos todos las consecuencias de la planificación centralizada. Además, el carácter subjetivo del riesgo junto con su centralización y el carácter disperso de la información llevan a un aumento del mismo.

En cualquier caso, el PK es una herramienta totalmente arbitraria, no existe ningún baremo objetivo para establecer los porcentajes correspondientes a cada país. Pero sólo se piensa en fortalecer los límites de emisión, lo cual lleva a un aumento de la incertidumbre pura venida de las restricciones legales. Por tanto aumenta el riesgo cuantitativa y cualitativamente, al unísono de la inseguridad jurídica. Y lo que es más, el PK establecerá barreras comerciales pues los países cumplidores podrán imponer aranceles a los incumplidores distorsionando el libre mercado internacional.
Por otro lado Kyoto incentivará que las empresas compren al político directa o indirectamente, ya sea para defender o atacar el tratado, que de todo hay. Se perderán enormes recursos para dedicarlos a la compra del burócrata.
Pero eso no es todo, el PK provocará un retardo en la carrera tecnológica debido al sobrecoste en varios sectores impidiendo la innovación y aumentando la inseguridad jurídica.

A modo de resumen de la exposición podemos decir que la quimera de un mundo de desarrollo sin peligro reduce la productividad y la innovación lo que nos lleva a una forma precaria defensa frente a futuros riesgos porque determinados sectores sólo progresarán a costa de comprar a otros sus derechos de emisión en una especie de ecuación de suma cero absolutamente perniciosa. Esta absurda defensa contra el riesgo supondrá:
-disminución de la capacidad de ahorro
-disminución del conocimiento
-disminución en la evolución en las tradicionales instituciones sociales
-aumento de la inseguridad jurídica
-aumento de la deslocalización a países no regulados por e PK, lo que supone que la riqueza no se distribuya por razones económicas sino políticas
-disminución de la productividad
-aumento de la escasez de recursos, que contrariamente a lo que piensan los ecologistas, sólo cuando hay libertad individual los bienes anteriormente escasos se convierten en abundantes
Y para finalizar Gabriel Calzada expuso una contradicción interna del PK curiosa a la par que insoluble: si le aplicamos al propio tratado el principio de precaución del que hace gala, llegaremos a la conclusión de que el PK no debería aplicarse pues existen evidentes riesgos de que su entrada en vigor traerá enormes desgracias a la Humanidad.

Si el lector ha conseguido alcanzar estas letras finales espero que al menos haya comprendido algo de lo que Kyoto significará para la economía mundial y española en particular.

2 comentarios:

Luis I. Gómez dijo...

Gracias Aeri. Así nos vamos enterando los que no pudimos asistir.
Sigo lleno de envidiaaaa ;-)

Anónimo dijo...

"Aprovechando que Daniel me ha dado un poco de publicidad, me he decidido ha publicar algo más sobre la jornada del miércoles."
¡Que disgusto mas gordo!
Decidete a corregirlo pronto.