martes, noviembre 21, 2006

ENTREVISTA EXCLUSIVA A MELCHOR MIRALLES (y III)

Aquí va la tercera y última parte de la entrevista:
Siendo sólo un periodista, ¿no te perdía una cierta sensación de poder el hecho de tener una información de tal calibre?
Yo siempre digo que los periodistas no tenemos poder. Tenemos otra cosa, que puede valer más incluso, que es influencia. El poder lo tiene aquél que tiene en su mano la posibilidad de modificar el rumbo de los acontecimientos y los periodistas tenemos una enorme capacidad de influencia en quienes tienen el poder que, insisto, quizá es más peliagudo y más potente, si quieres. Por eso digo que los periodistas tenemos una enorme responsabilidad. Yo soy consciente de que un periodista puede hundir a una persona, si se equivoca. Yo he cometido errores en mi carrera profesional y he pedido perdón muchas veces porque algún error mío ha perjudicado a gente. Un solo breve de un periodista en un periódico puede hacer mucho daño. Por eso digo que esta es una profesión maravillosa pero de una enorme responsabilidad social, política y moral.
Entonces, yo era consciente de que teníamos dinamita informativa en las manos, y había gente, amigos incluso, que apelaba al sentido del estado, y nos decían que podíamos hacer mucho daño, que podía caer un gobierno… pero es que nuestra obligación era contarlo, porque nuestra obligación no es con nuestro gobierno, sino con los ciudadanos. Los periodistas, antes que hacer uso de nuestro derecho a la libertad de expresión, que lo tenemos como cualquier otro, somos unos depositarios de un derecho que no es nuestro, que es el derecho de los ciudadanos a estar informados. Una información que yo recibo no me pertenece a mí, te pertenece a ti, que eres un ciudadano. Por eso un periodista no puede comerciar con una información, que hay quienes lo hacen dirigiéndose a alguien para decirle “¿qué me das a cambio de esto?”. Eso es de una inmoralidad terrible. Repito: la información pertenece a los ciudadanos, no a los periodistas ni a las empresas periodísticas. Entonces, ya digo, yo era plenamente consciente del alto voltaje político y de la gravedad de lo que estábamos contando, pero teníamos la obligación de contarlo.

¿Y por la opinión pública os sentisteis apoyados?
No. En los momentos iniciales no estábamos respaldados por nadie. A la mayoría de la opinión pública le parecía magnífico lo de los GAL y a la mayoría de la clase política lo mismo. Salvando a algún diputado de IU, a Joseba Azcárraga, a Antonio Romero y algún otro nadie decía nada. Estábamos en una soledad tremenda. Yo siempre digo que me parece moralmente repugnante que en España la opinión pública y los partidos que estaban en la oposición al PSOE cuando cambian y empiezan a apoyarnos de verdad es cuando nosotros demostramos que, además de matar, robaban. Así que respaldados por una mayoría, desde luego que no. Hubo 102 ciudadanos con nombres y apellidos que se personaron en el sumario como acción popular, que fue muy importante. Pero ya te digo que fue una minoría, tanto de la gente, como de los medios de comunicación, como de la clase política. Y, eso sí, cuando descubrimos que robaban, entonces se armó el escándalo.

Supongo que lo mismo con la clase intelectual…
Sí, sí, también. Muy poquitos fueron los que abrieron la boca, hasta el punto de que Javier Tussel e Ignacio Sotelo intentaron sacar adelante un manifiesto en contra de los GAL y no pudieron hacerlo por falta de apoyos.

¿Y el papel del resto de medios?
Pues teníamos el único apoyo de Antena 3 Radio, que era donde estaba Antonio Herrero, y que nos apoyó tanto que se produjo el famoso “antenicidio” del Sr. Polanco para hacerse con su competidor. Y además, Interviú, que publicaba algunas cosas, Cambio 16 y para de contar.

Una de las cosas más sabrosas del libro, para mí, ha sido la historia de la presentación de tu libro “Amedo: el estado contra ETA” en la que delante de Carl Bernstein (descubridor, junto con Bob Woodward del famoso Watergate)…
Bueno, eso es que fue la bomba. El libro era de Plaza Janés y Cambio 16. Nosotros nos acabábamos de ir de Diario 16 (habían echado a Pedro Jota en febrero y yo, junto con otros compañeros, me había ido voluntariamente porque no podía seguir trabajando en un periódico en el que habían despedido al director por defenderme a mi) y coincidió el lanzamiento de El Mundo con la presentación del libro, y como lo organizaba el Grupo 16 pensar en nosotros era como mentar la bicha. Entonces fue muy gracioso (cada vez que me acuerdo me entra la risa) porque organizaron una serie de actos con Bernstein y no me invitaron a ninguno pero, claro, a la presentación de mi libro no podían dejar de invitarme. Entonces, pusieron una mesa muy larga llena de gente y a mi me pusieron en una silla, en un lateral, sin mesa delante (tengo la foto, eh?). Estaba el Ateneo hasta arriba y la inmensa mayoría estaba conmigo y con El Mundo, así que yo medité muy bien lo que iba a decir, que para mi no era agradable porque yo a Juan Tomás (dueño de Cambio 16) le tenía aprecio y no le guardaba rencor, y en mi turno de palabra dije “Sr. Bernstein, ustedes denunciaron un caso gravísimo de escuchas ilegales entre partidos, pero los GAL son algo mucho más grave: un grupo terrorista que ha asesinado a treinta personas. Hay más diferencias, y también algunas similitudes entre su caso y el nuestro. Nosotros tenemos en Garzón a un juez tan tenaz como su John Sirica, con la diferencia de que a Garzón le acosaron por tierra, mar y aire. Nosotros hemos tenido a los fiscales García Carrero y Gordillo, y ustedes tuvieron a Cox y Jaworski, con la diferencia de que los nuestros fueron obligados a apartarse. Nosotros tenemos a Akárraga, Sartorius y Rupérez, políticos de partidos minoritarios que pelean por el esclarecimiento del caso, y ustedes tuvieron a grandes figuras de la política como los senadores Baker y Edwin. Y, sobre todo, mientras ustedes tuvieron a la señora Graham, la dueña Post, que soportó estoicamente las presiones, a nosotros nos falló nuestra señora Graham en particular, Juan Tomás de Salas, el dueño del periódico. Eso es lo que nos diferencia, amigo”. Después de esto me querían matar, pero es que era la verdad. Esa fue la gran diferencia: la señora Graham mantuvo a Bradley al frente del periódico y el Sr. de Salas echó a Pedro Jota. Y, para colmo, después del acto comenté que, en realidad, el bueno de los dos no era Bernstein sino Woodward, lo que acabó por ponerles de los nervios.

¿No te parece que la opinión pública ha sido excesivamente condescendiente con aquél gobierno?
Yo creo que sí, pero la opinión pública es soberana. Es insólito ver circulando por la calle como personas normales a unas personas que son responsables de 30 asesinatos, el secuestro de un anciano, decenas de heridos y el saqueo de las arcas públicas. Esto no ocurriría en ningún otro país normal.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Os ha quedado muy interesante todo, de verdad. Enhorabuena. la verdad que uno no piensa que lo pasaran tan mal.

Anónimo dijo...

Si puedes enviarme la información sobre el seminario...

MRossello@gmail.com

Nos vemos y enhorabuena por la entrevista aunque ya os lo han dicho.

Anónimo dijo...

muy buena la comperación entre el Watergat y el Gal.
hasta pronto,...

Anónimo dijo...

Enhora buena por la entrevista, es muy interesante. Las preguntas perfectamente realizadas y las respuestas sorprendentes.Espero que la publiqueis completa en el próximo numero de vuestra revista Cadiz.
Seguid así, un saludo.