Aquí va la segunda parte (1ª) de la entrevista que le hicimos hace unos días a Melchor Miralles, en la que nos habla de cómo llevó la investigación y las malas jugadas que tuvo que sufrir:
Melchor, ¿cuándo fuiste consciente de que lo que estabas investigando era realmente lo que luego ha sido?
Desde el primer momento. Vamos a ver, esta investigación fue complicadísima porque era un asunto que afectaba a un Gobierno y que era un caso de terrorismo de estado, y eso siempre es difícil de investigar. Pero desde el primer momento era evidente que estábamos ante un grupo terrorista, aunque no había ninguna prueba, y yo no tenía ninguna duda de dónde íbamos a terminar.
¿De que llegaba tan alto?
Hombre, exactamente hasta dónde yo no lo sabía, pero que había responsabilidades políticas en este tema y que esto no se podía hacer si no era con una orden política era evidente. Ahora, después el probar todo esto llevó mucho tiempo, mucho esfuerzo y el hecho de pasarlo francamente mal en muchos momentos. No es nada agradable trabajar sometido a tantas presiones de un lado y de otro. Trabajar con un Ministerio del Interior y con un Gobierno empeñado en acusarnos por tierra mar y aire de ser proetarras y batasunos, y, a su vez, con ETA y Batasuna acosándonos, presionándonos, amenazándonos y sosteniendo que éramos periodistas al servicio de Interior. Así que agradable no fue, pero desde el principio era evidente, más o menos, lo que había.
¿Llegaste a temer por tu vida?
Sí. Yo he pasado mucho miedo, lo que pasa es que el miedo es un sentimiento que se controla. Ahora bien, esto no tiene un mérito especial. Los policías o los bomberos pasarán mucho miedo a diario. Cada profesión tiene unos riesgos.
Pero sí, temí por mi vida por varios motivos: yo tenía un servicio de información, como se demostró, espiándome ilícitamente; recibimos durísimas amenazas desde el entorno gubernamental, que nos llevaron a padecer alguna agresión física y a que nos despidieran de un periódico; y, sobre todo, yo temía por ETA, que de hecho intentó asesinarme en mi casa de Madrid.
Me llamó la atención, al hilo de todo esto, lo que Jiménez Losantos cuenta en su último libro de cómo Antonio Herrero acudía cada mañana, de madrugada, a la COPE en su todoterreno, con un coche escoltándole detrás, una pistola en la guantera y una escopeta sobre las rodillas, lo cuál explica bastante bien el clima en el que desarrollabais vuestro trabajo…
Bueno, yo no llevo armas, ni las he llevado nunca, pero sí voy con escolta policial desde hace muchos años, lo cual es muy desagradable. A mi ETA no me mató porque un directivo de Antena 3 TV me invitó a cenar. Y junto a otros tres compañeros fui objeto de una agresión bastante dura en Bayona. Y fui encarcelado en África junto con otros tres compañeros, pensando que al final nos matarían. Entonces, yo he tenido situaciones objetivas en las que he temido por mi vida. Pero, insisto, lo digo sin espíritu de querer ser ningún héroe, porque soy todo lo contrario. Más riesgo tienen cada día en todo el mundo los periodistas que están cumpliendo conflictos bélicos.
¿Tuviste la tentación de dejarlo?
Jamás.
¿Nunca?
Yo tengo muchos defectos, pero tengo alguna virtud. Creo que me conozco bastante y que en la vida en general me ha ido bien porque soy muy consciente de cuáles son mis defectos. Pero una de mis grandes virtudes es la tenacidad.
A mí cuando me preguntan qué tiene que tener un periodista de investigación siempre digo que en esto no hay un “abc”, pero tengo muy claro que la cualidad más importante es la tenacidad. No recuerdo qué compañero americano dijo que el periodismo de investigación es tocar cien veces en una puerta, que te digan que no, y tocar ciento una.
Así que yo, que no soy especialmente inteligente, sí soy muy tenaz y en ese sentido no es que sea valiente, pero soy muy consciente de cuáles son mis obligaciones y que las tengo que cumplir. Por eso no sólo no se me pasó por la cabeza dejarlo, sino que cuanto más duras eran las presiones más interés ponía en sacar este asunto adelante.
¿Siempre confiaste en que llegarías hasta el final?
Sí. Si no, hay que dejarlo. Yo era consciente de la enorme dificultad, pero sí tenía clarísimo de que terminaríamos sabiendo la verdad.
Supongo que sentirías un enorme vértigo a la hora de escribir todas esas informaciones que ibas descubriendo…
Pues no era tanto vértigo como una sensación de plena satisfacción personal y profesional descomunal. Es un sentimiento especial, pero no es tanto vértigo, que te entiendo muy bien lo que dices, como la satisfacción de decir “¡por fin!”.
Nosotros hubo asuntos que tardamos hasta un año en publicar teniendo la información, pero no pudiendo demostrarla. Recuerdo, por ejemplo, a Inmaculada Gómez, una chica que tuvo una relación con Amedo, con la que me entrevisté junto a mi compañero Ricardo Arques un mes de octubre y no publicamos lo que nos contó hasta el mes de noviembre del año siguiente. Yo le dije “Inmaculada, esto no se puede contar si tú no das el paso” y hasta que ella no lo dio, no pudimos publicar nada. Lo mismo, con gente que me ha dado información con la condición de que hasta que no la consiguiera por otro sitio no me autorizaban a publicarla porque podía perjudicarles o hundirles. Es decir, es un trabajo apasionante pero muy complicado en el que hay que tener mucha tenacidad, mucha paciencia y la cabeza muy fría. Esto no tiene nada que ver con las películas. Los periodistas no somos ni policías, ni jueces y tenemos muy pocos medios para hacer nuestro trabajo.
Desde el primer momento. Vamos a ver, esta investigación fue complicadísima porque era un asunto que afectaba a un Gobierno y que era un caso de terrorismo de estado, y eso siempre es difícil de investigar. Pero desde el primer momento era evidente que estábamos ante un grupo terrorista, aunque no había ninguna prueba, y yo no tenía ninguna duda de dónde íbamos a terminar.
¿De que llegaba tan alto?
Hombre, exactamente hasta dónde yo no lo sabía, pero que había responsabilidades políticas en este tema y que esto no se podía hacer si no era con una orden política era evidente. Ahora, después el probar todo esto llevó mucho tiempo, mucho esfuerzo y el hecho de pasarlo francamente mal en muchos momentos. No es nada agradable trabajar sometido a tantas presiones de un lado y de otro. Trabajar con un Ministerio del Interior y con un Gobierno empeñado en acusarnos por tierra mar y aire de ser proetarras y batasunos, y, a su vez, con ETA y Batasuna acosándonos, presionándonos, amenazándonos y sosteniendo que éramos periodistas al servicio de Interior. Así que agradable no fue, pero desde el principio era evidente, más o menos, lo que había.
¿Llegaste a temer por tu vida?
Sí. Yo he pasado mucho miedo, lo que pasa es que el miedo es un sentimiento que se controla. Ahora bien, esto no tiene un mérito especial. Los policías o los bomberos pasarán mucho miedo a diario. Cada profesión tiene unos riesgos.
Pero sí, temí por mi vida por varios motivos: yo tenía un servicio de información, como se demostró, espiándome ilícitamente; recibimos durísimas amenazas desde el entorno gubernamental, que nos llevaron a padecer alguna agresión física y a que nos despidieran de un periódico; y, sobre todo, yo temía por ETA, que de hecho intentó asesinarme en mi casa de Madrid.
Me llamó la atención, al hilo de todo esto, lo que Jiménez Losantos cuenta en su último libro de cómo Antonio Herrero acudía cada mañana, de madrugada, a la COPE en su todoterreno, con un coche escoltándole detrás, una pistola en la guantera y una escopeta sobre las rodillas, lo cuál explica bastante bien el clima en el que desarrollabais vuestro trabajo…
Bueno, yo no llevo armas, ni las he llevado nunca, pero sí voy con escolta policial desde hace muchos años, lo cual es muy desagradable. A mi ETA no me mató porque un directivo de Antena 3 TV me invitó a cenar. Y junto a otros tres compañeros fui objeto de una agresión bastante dura en Bayona. Y fui encarcelado en África junto con otros tres compañeros, pensando que al final nos matarían. Entonces, yo he tenido situaciones objetivas en las que he temido por mi vida. Pero, insisto, lo digo sin espíritu de querer ser ningún héroe, porque soy todo lo contrario. Más riesgo tienen cada día en todo el mundo los periodistas que están cumpliendo conflictos bélicos.
¿Tuviste la tentación de dejarlo?
Jamás.
¿Nunca?
Yo tengo muchos defectos, pero tengo alguna virtud. Creo que me conozco bastante y que en la vida en general me ha ido bien porque soy muy consciente de cuáles son mis defectos. Pero una de mis grandes virtudes es la tenacidad.
A mí cuando me preguntan qué tiene que tener un periodista de investigación siempre digo que en esto no hay un “abc”, pero tengo muy claro que la cualidad más importante es la tenacidad. No recuerdo qué compañero americano dijo que el periodismo de investigación es tocar cien veces en una puerta, que te digan que no, y tocar ciento una.
Así que yo, que no soy especialmente inteligente, sí soy muy tenaz y en ese sentido no es que sea valiente, pero soy muy consciente de cuáles son mis obligaciones y que las tengo que cumplir. Por eso no sólo no se me pasó por la cabeza dejarlo, sino que cuanto más duras eran las presiones más interés ponía en sacar este asunto adelante.
¿Siempre confiaste en que llegarías hasta el final?
Sí. Si no, hay que dejarlo. Yo era consciente de la enorme dificultad, pero sí tenía clarísimo de que terminaríamos sabiendo la verdad.
Supongo que sentirías un enorme vértigo a la hora de escribir todas esas informaciones que ibas descubriendo…
Pues no era tanto vértigo como una sensación de plena satisfacción personal y profesional descomunal. Es un sentimiento especial, pero no es tanto vértigo, que te entiendo muy bien lo que dices, como la satisfacción de decir “¡por fin!”.
Nosotros hubo asuntos que tardamos hasta un año en publicar teniendo la información, pero no pudiendo demostrarla. Recuerdo, por ejemplo, a Inmaculada Gómez, una chica que tuvo una relación con Amedo, con la que me entrevisté junto a mi compañero Ricardo Arques un mes de octubre y no publicamos lo que nos contó hasta el mes de noviembre del año siguiente. Yo le dije “Inmaculada, esto no se puede contar si tú no das el paso” y hasta que ella no lo dio, no pudimos publicar nada. Lo mismo, con gente que me ha dado información con la condición de que hasta que no la consiguiera por otro sitio no me autorizaban a publicarla porque podía perjudicarles o hundirles. Es decir, es un trabajo apasionante pero muy complicado en el que hay que tener mucha tenacidad, mucha paciencia y la cabeza muy fría. Esto no tiene nada que ver con las películas. Los periodistas no somos ni policías, ni jueces y tenemos muy pocos medios para hacer nuestro trabajo.
10 comentarios:
Enormes los huevos que le echaron. E quito el sombrero ante este periodista. Chaéau.
Enhorabuena por la entrevista. Muy interesante. Iré a ver la peli.
Saludos.
Este hombre tiene un gran par de cojones!!! Dios mio!! es increible lo que uno llega a prender de forma inesperada. Os felicito a vosotros y a él!!! Muchas gracias y espero leer pronto la tercera entrega.
Ahora a por Pedro Jota!!! o Federico!!!
Saludos y Suerte.
Interesante.
Yo tengo un sucedido con el señor Miralles. Ya lo he contado hace un tiempo por aquí pero viene al hilo. En 1994 Melchorcillo era el director del Mundo del País Vasco, y yo un insumiso al ejército. En julio de ese año aplazamos un juicio de insumisión por problemas de salud y un mes más tarde el juez firmó mi sentencia de 2 años cuatro meses y un día, sin haberse celebrado el juicio. Tremenda cagada del juez que ya tenía escrita la sentencia, y carne de escándalo para la prensa. Todo esto ocurrió un martes y el miércoles convocamos una rueda de prensa para el jueves, pero Melchor Miralles quería ser el primero. Primero mandó un fotógrafo a hacerme un verdadero book sobre mi escuálida persona, y unas horas después llamaba a nuestra sede en estos términos: "Soy Melchor Miralles, director del Mundo del País Vasco, y si mañana queréis salir en primera página me tienes que decir el nombre del juez que te ha condenado sin juicio". Le recordé que las sentencias son públicas y que yo no iba a decir nada antes de la rueda de prensa. El chico montó en cólra, dijo que iba a escribir un artículo contra el MOC por no dar esos datos, y lo hizo porque aparecimos en ese balance que ponían antes de negativo o positivo. De nada sirvió explicarle que nuestra estrategia en la insumisión no eran los jueces particulares. Bueno..., vomitó que no se podía perder la oportunidad de acusar de prevaricación, cohecho y un montón de esas palabras de 50 euros, y que éramos un obstruccionistas y unos moñas. En fin...
Miralles se llevó del País Vasco su reportaje, ninguneó al chico del Deia, y ahora hace tele para morbosos.
Pero miralle de que va, y que paso miedo, si aqui el que se la jugo fue Ricardo Arques, además el fue el que obtuvo la información del zulo y eso no aparece en la peli y tampoco lo menciona en esta farsa de entrevista. ¿ Por qué no se ha hablado del trabajo de Arque, Macca, y muchos otros?
Saludos,
Melchor Miralles puede caer mejor, o peor, puede estar equivocandose más o menos, pero cualquiera que viviese aquella época y tenga memoria tiene que reconocer lo que peleó este hombre y lo que se expuso. No le dieron medallas ni premios. Ir así de frente con las cartas en la mano contra aquel PSOE (que tenía mayoría y se las gastaba como se las gastó) y se mató a investigar para publicar algo tan grave como aquellos hechos que aún hoy se espera que den la noticia en algunos medios... no era nada fácil. A Melchor Miralles le llovieron palos y palos de todos lados, cuando otros estaban escondidos, aunque ahora sean los "héroes tapados". Y eso lo recordamos cualquiera que estuvieramos allí, se la jugó mucho y fue muy valiente, se metió en todo el fango.No seas tan rebuscado.
Aunque a mí me cueste bastante soportar el tonillo sensacionalista de todo lo que hace este hoombre últimamente, regatearle aquel extraordinario mérito periodístico es tremendamente cutre. No se donde comenzaría a filtrarse la primera noticia, o esas cosas, pero el que se la jugó, recibió las ostias y le echo eso que estáis pensando fue Miralles. Y no soy su madre, sólo que leyendo estos post me parecen un poco confundir las cosas.
¿Qué es exactamente lo que quiere decir garganta profunda?
Coño, y todo esto ha pasado en la madre patria, bicho y luego nos quejamos de nuestro inoperantes gobernantes en esta vaina, lo que me pregunto es porque la gente no se entera de lo que paso. Estos tipos y en especial al que entrevistan son más importante que los famosos perioditas del Watergate, supongo yo.
hey, Felicitaciones por el gran trabajo. Y desde América, un fuerte abrazo.
Juez Gomez de Liaño, hombre cabal
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