Por Lew Rockwell
Traducción: 'Libertarian'
"Un incesante asunto en los comentarios sobre Ron Paul es que realmente no es un republicano, principalmente en tanto disiente de la política exterior de su partido. La gente suele asociar al Partido Republicano con la guerra por doquier, el masivo gasto militar y una continua búsqueda de conflictos en los que enrolarse, hasta el punto de incluso un control casi mesiánico del mundo de parte de una América imperial.
Todo esto es una locura con la que Ron Paul disiente. ¿Pero realmente Ron Paul se basa en la tradición republicana? En los años '90, el GOP (Gran Viejo Partido, apodo con que se conoce al Partido Republicano) se opuso a las intervenciones militares de Clinton en Somalia y Serbia. Denunció la construcción de naciones como la extensión de los asuntos de planificación domésticos. Pero aquellos momentos duraron poco. El partido volvió a la guerra sin tregua después de que Bush llegara al poder.
Para encontrar una genuina política no intervencionista del Partido Republicano tenemos que remontarnos a uno de los más destacados políticos americanos de mediados del s. XX: el senador republicano por Ohio Robert Taft, también conocido como Mr. Republican. Su libro de 1951 'Una política exterior para los americanos' fue muy bien vendido y ejerció una importante influencia.
Hubo tiempos bastante confusos cuando los republicanos estaban seguros de que la alianza de guerra de Roosevelt con Rusia, y especialmente la conferencia de Yalta con Stalin en Europa, fueron graves errores. Por un lado, los republicanos querían demostrar que Rusia no era una fuerza positiva para el mundo, y en efecto, representaba una amenaza para la libertad tan grave como la Alemania Nazi. Por otro lado, estaban sospechosos de que Truman [presidente demócrata] estaba usando la cuestión de la amenaza soviética a Europa como un modo de arrebatar un tema republicano para ventaja del Partido Demócrata. Estaban [muchos republicanos] horrorizados del 'flip-flop' sobre la cuestión temiendo enfrentarse a una nueva forma de nacionalismo Demócrata.
Taft, en su libro, se desliza por una delgada línea: alertar contra la amenaza soviética como un modo de lograr puntos anti-Roosevelt pero también ser cuidadoso de no exagerarla de un modo que podría reforzar los argumentos de Truman para extender un imperio americano. Muchas de esas complejidades se pueden encontrar en el trabajo seminal de Murray Rothbard "Betrayal of the American Right" ["Traición de la Derecha Americana"], el cual debe leer cualquiera que quiera entender este período de la historia política americana.
Lo que sorprende del libro no son tanto las recomendaciones de Robert Taft sino los principios que subyacen a lo que Taft consideraba la auténtica política exterior republicana. Como el propio Mr Republican, Robert Taft, señalaba:
"Lo cierto es que ninguna nación puede estar constantemente preparada para adentrarse en una guerra a gran escala en cualquier momento y a su vez mantener cualquiera de los propósitos que a la gente le preocupan y por los que se fundaron las naciones.
En primer luhar, esto requiere una completa entrega de la libertad y capacitar al gobierno central del poder de controlar en detalle las vidas de la gente y todas sus actividades.
Mientras en tiempo de guerra están dispuestos a entregar tales libertades en orden a proteger en última instancia de la libertad del país entero, y lo hacen desde la teoría de que es una entrega limitada que será devuelta quizás en unos meses, pocos años como mucho. Pero una indefinida entrega de libertad tal como requeriría un programa bélico mundial en tiempo de paz significaría el final y la completa destrucción de aquellas libertades a cuya protección deba dirigirse cualquier propósito.
Además, la destrucción de dicha libertad en el largo plazo pondrá fin a los constantes progresos que ha caracterizado a este país durante sus 160 años de vida, un progreso, debido más que nada a la libertad de los hombres para pensar sus propios pensamientos, vivir su propia vida, y dirigir sus propios asuntos.
Esto requeriría una completa entrega de todo nuestro material y objetivos humanitarios para incrementar los estándares de vida de la gente de nuestro país y de la de nuestros aliados. Todos los estándares de vida se verían reducidos, pues incluso los más optimistas no sienten que podamos tener todas las armas y toda la mantequilla que queramos al mismo tiempo.
Sería imposible conducir todos estos programas sin inflación. En la Segunda Guerra Mundial, con incesantes controles, vimos el incremento de los precios, aparentamente constantes, cerca de un 70%, la depreciación del dolar a 60 centavos. Dudo de que cualquier gobierno que tome para su gasto la mitad de los ingresos nacionales pudiera comprometerse a que no se incrementarán los precios al menos un 10% cada año con la correspondiente depreciación del valor del dólar.
Esto significaría la destrucción de las políticas de seguros de vida. Significaría un constante carrera entre los precios y los salarios. Significaría privaciones para millones, dudas e incertidumbres para muchos millones más. Significaría agitación doméstica y descontento.
Finalmente, esto interferiría con la producción, que es la base de la fortaleza de Estados Unidos y a la cual no sólo mira nuestra gente sino todas las de nuestros aliados para la victoria última si hubiera una guerra con Rusia.
La verdad es, también, que la más previsora persona no podría disponer de una preparación que nos protegiera contra toda contigencia concebible. Uno o dos Pearl Harbor nos dejarían abiertos al ataque. Tenemos que elegir aquellas medidas que nos darán la más completa protección con la más razonable capacidad económica.
En resumen, hay un límite definido a lo que el gobierno pueda gastar en tiempo de paz y aún mantener un economía libre, sin inflación y con elementos de progreso en los estándares de vida, la educación, el bienestar, la vivienda y la salud y otras cuestiones que preocupan a la gente.
La cuestión que tenemos que determinar, y en la que aparentemente nadie piensa en la Administración, es el punto de limitación de los gastos federales y programas militares en tiempo de paz. Una vez hecho esto, debemos elegir entre diversas medidas para contribuir a nuestra defensa, determina qué es de primera importancia y qué puede ser ignorado sin serio peligro. (pp. 69-70)
Una excesivamente ambiciosa política exterior y particularmente el esfuerzo de hacer más de lo que somos capaces, es una de las cosas que podrían destruir nuestros ejércitos y demostrar una auténtica amenaza a la libertad de la gente de Estados Unidos...
Y cuando hablo de libertad no me refiero simplemente a la libre empresa. Yo quiero decir libertad del individuo para tener sus propio pensamientos y vivir su propia vida como él desee pensar y vivir; la libertad de la familia a decidir cómo desean vivir, qué quieren desayunar y cenar, y cómo desean emplear su tiempo libre; libertad del hombre para desarrollar sus ideas y enseñárselas a otros si les pueden convencer de que tienen valor para el mundo; libertad de cualquier comunidad lo cal para decidir cómo educar a sus hijos, cómo gestionar sus servicios, y cómo deben ser sus líderes locales; libertad del hombre a elegir su ocupación; libertad del hombre para gestionar su propio negocio como él considere, en tanto no interfiera en el derecho de otras personas a hacer lo propio.
No podemos sobreestimar en exceso el valor de esta libertad de ideas y de acción. [...]
Me resulta evidente que el gran progreso hecho en este país, la tremenda producción de nuestra gente, la productividad por hombre de nuestros trabajadores, ha crecido gracias a la libertad de desarrollar ideas. Tenemos el más alto estándar de vida porque somos más productivos por persona que cualquier otro país del mundo.
Tras las revoluciones americana y grancesa, el mundo completo llegó a convencerse de que la libertad es la clave del progreso y la felicidad para las personas de este mundo, y su teoría fue aceptada, incluso en aquellos países donde, en efecto, no había libertad. La gente abandonó Europa y vino a nuestro país no tanto por las condiciones económicas sino por alcanzar una libertad que no podían lograr en casa. Pero gradualmente esta filosofía ha sido reemplazada por la idea de que la felicidad sólo puede ser conferida a la gente por la gracia de un gobierno eficiente. Sólo el gobierno, se nos dice, tiene el conocimiento experto necesario para el bienestar de la gente; sólo el gobierno tiene el poder de desplegar planes grandiosos tan necesarios en un mundo complejo.
Aquellos que asumen el principio del socialismo, de la dirección del gobierno, y del gobierno burocrático tienen un difícil tiempo de lucha contra la ideología del comunismo. Nuestros líderes sindicales no pueden combatir efectivamente el comunismo en tanto favorecen un control socialista que se acerca mucho al comunismo en las medidas que comprometen. Incluso nuestros políticos parecen estar atrapados del mismo modo.
En este sentido, el secretario Acheson sentenció hace un año: "Decir que el principal motivo de la política exterior americana era poner freno a la extensión del comunismo era poner el carro delante de los caballos. Estados Unidos estaba interesado en frenar el comunismo principalmente porque llegó a ser un sutil instrumentro del imperialismo soviético"
Yo estoy realmente en desacuerdo con esto. Considero que deberíamos combatir los principios del comunismo y el socialismo y convencer al mundo de que la verdadera felicidades reside en el establecimiento de un sistema de libertad, de que el comunismo y el socialismo son la antítesis del liberalismo, y de que la única nación concebida en libertad puede traer felicidades a su gente o al mundo. (pp. 155-117)
Robert Taft entendió que la libertad en casa va unida a la búsqueda de la paz fuera, evitando en el extranjero el establecimiento de alianzas que nos conducen a la guerra. Los republicanos de hoy deberían escucharle, a él y a Ron Paul."
Artículo original
http://www.mises.org/story/2822
miércoles, diciembre 19, 2007
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5 comentarios:
Partiendo de la base de que me cae bien Ron Paul y que me gustaría que ganase estas primarias aunque estoy convencido de que Juliani le va a arrebatar la victoria, no me termina de convencer eso de arremeter contra Bush en una campaña de su mismo partido.
Hay formas más sutiles de hacer las cosas. Por supuesto en todos los partidos hay enemistades y roces ideológicos pero no es plan de mostrarlos tan descaradamente. Suponiendo que llegase a ser candidato a la Casa Blanca ¿Qué credibilidad puede tener el republicano Ron Paul a la hora de pedir el voto, cuando es el primero que se mete con sus compañeros de partido?
Y por favor, haceros esta pregunta no desde la óptica de un liberal sino desde la de el votante medio, que es para el que van dirigidas las campañas.
Fonseca
Ya bueno, lo que pasa es que lo bueno de los partidos americanos es que no son jerarquias fascistas como aqui.
A mi tambien me gusta Ron Paul, pero ya puestos a pedir la luna que la mayoría le fuera de la mano de una candidatura por el libertarian party y no por un partido del sistema.
Desde luego tu comentario Fonseca es como dices desde un punto de vista pragmático-electoral. Desde tal punto de vista puede discutirse. Que Paul se enfrente a Bush no tiene por qué signficar que salga mal parado. Sí es cierto que quizás esté forzando demasiado una postura anti-Bush, es complejo determinar hasta qué punto eso le puede perjudicar en el sistema pólítico americano. En España seguro que le pasaría factura actuar así, en Estados Unidos veo menos claro el asunto. Los partidos americanos son más amplios en cuestiones concretas de 'policies'. Es por lo que yo creo que el sistema de partidos americano es un multipartidismo enmascarado como diría el politólogo Alan Ware. No hay más que ver los procesos de primarias donde los propios partidos fomentan disensos internos (y reitero que con Paul el disenso fue mucho mayor del esperado, no hay más que recordar las peticiones salidas de la oficina central del GOP en Massachusets, y por suerte retiradas después, en mayo de sacarle a Paul de las primarias). Ron Paul puede obtener muchas fuentes variadas de voto y ahí reside su fortaleza a la par que debilidad:
-Los grupos religiosos: Es de los pocos candidatos republicanos que ha tenido un matrimonio estable 5 décadas. Es el que tiene un historial más decidido antiaborto.
-Los demócratas antiwar: Es el candidato más antiIraq.
-Grupos de derechos civiles: libertad de drogas, prostitución, homosexuales..
-Libertarians: Casa como anillo al dedo con ellos como ningún otro
-Republicanos tradiciones: que se entusiasman con los discursos antiimpuestos y antigobierno
-Patriotas varios: Constitución Americana como programa político. Su 'consejo de sabios' particular son los Padres Fundadores.
-Gente harta y cansada de la política de siempre: es un completo outsider, tiene un lenguaje que llega a todos, es el único candidato que no pertenece a la CFR o Consejo de Relaciones Exteriores y la Comisión Trilateral, relacionada con Bildemberg y una buena trama de burocracia internacional del establishment rígido (sólo Kennedy no perteneció a la CFR al menos desde despues de la 2ªGM).
Hola Libertarian.
Si, puede que Ron Paul pueda ganarse el favor de todos los grupos que apuntas. Pero olvidas que hay otras opciones políticas que también los satisfacen.
Los demócratas antiguerra son, como bien apuntas, demócratas. Así que lo más probable es que voten a uno de su partido. Los grupos de derechos civiles pueden verse representados también por un progre de los de toda la vida.
Y sí, los grupos religiosos estarán muy orgullosos de la vida privada de Paul pero... ¿Realmente piensas que Ned Flanders sería capaz de votar a un tio que defiende la legalización de las drogas y del matrimonio homosexual? Los únicos grupos que le apoyan sin lugar a dudas son los republicanos "true" y los libertarios. Y no se si son tantos como para llevarle a la Casa Blanca. Muy a nuestro pesar.
No obstante, y como diría John Hallembeck; si gana las primarias, bailaré.
Un saludo.
Fonseca
El más antiguerra es Ron Paul.
Hillary no tendría problemas en atacar Irán.
Obama dice q hay que sacar las tropas...después de estar allí otros 6 años más o menos!
John Edwards sería el mas antiIrak de los demócratas pero tampoco presenta una política exterior no intervencionista como sí claramente hace Paul.
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