El Estado se arroga el monopolio de la violencia; o, lo que es lo mismo, por sus santas narices, nadie puede defenderse de las agresiones externas y mucho menos de las del propio Estado, pues son legítimas. Así, en caso de necesitar protección, no queda otra que pedir ayuda a las fuerzas de seguridad públicas, no se puede elegir otra agencia de protección como sí se puede elegir qué comer o cómo vestirse, y ya sabemos qué significa que sea el Estado el proveedor (único) de un bien o servicio. Pues bien, con la violencia doméstica el drama alcanza cotas de ineficacia verdaderamente sonrojantes, ya que un fallo en la protección personal de la amenazada significa en muchos casos una gravísima agresión física y en algunos la muerte de la mujer. Desde luego que no se le puede pedir a un simple papel expedido por el juzgado mayor poder disuasorio del que tiene (o mejor dicho, del que no tiene), pero por supuesto que hay que pedirle muchas explicaciones a quienes nos expolian nuestra legítima capacidad de defensa y luego son incapaces de hacer su trabajo. Si el Estado no puede protegernos, que nos devuelva a los ciudadanos la oportunidad de hacerlo por nosotros mismos. Y con ello me estoy refiriendo a dos posibilidades. Una, la contratación de agencias privadas de protección infinitamente más eficientes que la policía, y dos, la tenencia y uso de armas por parte de las víctimas, máxime cuando como sucede con la violencia sobre la mujer el elemento agresivo, su víctima y la potencialidad de la violencia se encuentran claramente identificados. Vuelvan a pensar en la mujer sorprendida por la repentina irrupción de su maltratador, pero ahora la mujer no tiene en el cajón de su mesilla un endeble papel sino un arma que sabe emplear y está dispuesta a usar si es necesario. Seguramente el marido diese media vuelta, ahora más que nunca, con el rabo entre las piernas. De eso se trata, de igualar a la mujer, de darle la oportunidad de sobreponerse a la natural inferioridad física femenina, de colocar al hombre violento donde se merece. Más.
domingo, noviembre 25, 2007
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4 comentarios:
La violencia entre humanos, toda ella, ha sido es y seguirá siendo una constante, no desaparecerá por más que armemos a las víctimas. Y cuando así se ha hecho, los víctimarios se han pasado al lado de las víctimas para legitimar sus asesinatos. La violencia de los hombres hacia las mujeres y de las mujeres hacia los hombres ha sido, es y será una constante en la historia de la humanidad, sólo cambian las formas. Y es una gran hipocresía ideológica, social y política, sólo denunciar como violentas las formas masculinas.
Un ejemplo, en todos los países en donde existe jurisprudencia feminista, del cien por cien de los padres separados con hijos, aproximadamente un 15 % de esos hijos queridos por sus padres varones, han desaparecido de sus vidas para siempre (al respecto de dichas cifras no hay datos exactos, no le interesa al feminismo, pero se sospecha que son bastante realistas). Ello significa que sólo en España de los cerca de un millón de niños hijos de padres separados, 150.000 niños en los últimos veinte años han sido arrancados de las vidas de esos padres varones para siempre. ¡Son verdaderos asesinatos en vida! ¿Les damos armas a esos padres para defenderse de la violencia de sus ex-esposas y para que defiendan a esos hijos de sus madres raptoras?
Cierto que todo maltrato es una forma de abuso, entonces... ¿por qué todo abuso femenino para con el hombre no es definido como una forma de maltrato hacía él? Otro ejemplo, diversos estudios hospitalarios (uno de ellos en un hospital público de Barcelona hace unos quince años), dicen que cerca del 20% de los hijos nacidos en una pareja no son biológicos del padre; pero cuando esas madres se divorcian de sus parejas lo aducen (con pruebas genéticas), para no darles la custodia rompiendo de un día para otro vínculos afectivos de esos padres e hijos para siempre. A buen seguro que para muchos de esos hijos, la desaparición de sus padres para siempre ¡son verdaderos asesinatos en vida! ¿Cuántos de esos hijos han visto “asesinados” a esos padres afectivos por sus madres? ¿Les damos armas a esos hijos para defenderse de la violencia de sus madres para con sus padres afectivos por haberles hecho desaparecer de sus vidas para siempre?
Una sola víctima es suficiente para clamar a los cielos... y todas son iguales de injustas. ¿Por cierto, sabes cuantos hombres han sido matados por sus parejas en lo que va de año? ¿Sabes el número de padres separados, que por no poder ver a sus hijos se suicidan al año de media en España... y en Europa?
Violencia de género versus VIOLENCIA del GENERO contra el varón.
¿Armas para que las víctimas se defiendan? NO, GRACIAS.
¡¡JUSTICIA PARA TODAS!!
Pablo el herrero
Anónimo
¿Defenderte si te violan, roban, atracan, secuestran a ti o tu madre, familia...? (¿¡)NO,GRACIAS (!?)
Quizá la cuestión de la autodefensa y el derecho de portar armas habría que considerarlo desde una óptica negativa, es decir, considerar ambos derechos de los que disfruta toda la ciudadanía en su conjunto y de los que carecen -o pueden carecer- ciertos individuos mediante condena judicial firme.
Naturalmente, esta afirmación, desarrollada, también podría llevarnos a concluir que los inmigrantes no nacionales no dispone tampoco del derecho de portar armas, aunque... ¿es bueno o malo? Demasiado poco tiempo como para concluir algo firme.
Por cierto, una matización a los compañeros del blog. Soy estudiante de la Carlos III (he entrado este año) y me quede bastante sorprendido al ver que eráis de esa universidad (ni yo me imaginaba que habría una asociación liberal en ella). ¿Dónde os encontráis? Más que nada, me interesaría echar una ojeada y conocer gente, que nunca está de más :)
3m.esVaya, qué casualidad. Pues no es extraño que no tengas conocimiento de nosotros porque acabas de llegar y además estábamos esperando sabia nueva.
Mándame un mail y hablamos: alberto.djusto@gmail.com
Un saludo.
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