Le ocurre a la progresía patria -la de los grandes salones y avenidas anchas, la de los gritos zafios y los muertos útiles- lo mismo que a la princesa de la Sonatina modernista de Rubén Darío. Que se aburre.
De siempre ha sido el aburrimiento terreno fértil en grandes ocurrencias y tiovivos verbales. Nadie más aburrido en el mundo, pues, que nuestro ilustre presidente Zapatero, proferidor de nadas campanudas, maestro en el arte de pasar el rato y hacer pasar los ratos a los demás. Es así, ZP, el capitán del aburrimiento. El líder que para pintar de luz sus días grises en Moncloa lo mismo se va de copas con los etarras que le lanza un monumental corte de manga a una víctima cualquiera. Que lo mismo corta la cabeza del que encienda un cigarrillo que se fuma revolucionariamente el puro caribeño de la mezquindad con sus colegas, los tres sudamericanos.
De sobra está que yo recuerde aquí cómo llegó Joselu a lo más alto: si bien se vio impulsado por las ondas expansivas de las mochilas de Atocha, nada hubiera hecho sin el empuje definitivo del clan gritón y manifestero de la izquierda toda. Un capitán no es nadie sin su equipo. Y el equipo, en este caso, es numeroso.
Numeroso y aburrido, ya digo. Hasta el punto de buscar, para poner en sus dianas, la cara de nada menos que don Alberto Ruíz Gallardón, el otrora eslabón perdido de la izquierda en las aguas chuscas y pantanosas de la derechona vil.
Sucedió en Madrid. En la hora de la siesta, esquina Paseo del Prado. Lo había anunciado una baronesa hortera y mal peinada, que debe usar, por cierto, los billetes para limpiar su aristocrático culo, que un día fue la guapa oficial de España, que se casó con un milloneti aficionado a pinturas solemnes y del que ha heredado una enorme colección de cuadros. Bueno, pues como olvidándose de su ilustrísima posición, se ha lanzado a las calles madrileñas en plan jefa sindical echándose a la espalda a todos los aburridos que ha encontrado en la salida, recordando todos ellos, cabizbajos, los tiempos en los que todo estaba por derrumbar y los linchamientos públicos eran el juego habitual de los domingos.
Así, la baronesa/obrera, se ha alzado, sin pecho al aire ni nada, contra ese “la calle es mía” tan gallardonil como poco gallardo que lo mismo sirve para un socavón que para una tala, arropada por 40 organizaciones ecologistas, sindicales, políticas y vecinales. Ahí es nada. Y en medio, Ian Gibson toma notas sobre la Historia misma allí presente, Boris Izaguirre enseña el pitorro de su botijo a un par de peluqueras y Pilar Bardem… Pilar Bardem, ay, sólo llora sabiendo que no volverán ya las oscuras golondrinas.
Qué lastima que al final no se haya atado doña Tita a ningún árbol. Hubiera vulnerado sus derechos humanos, sí, pero Madrid hubiera vuelto a coro a los tiempos heroicos y pasados del ¡vivan las caenas!
PD: Como todo en esta vida tiene solución, miren aquí o aquí, por ejemplo.
De siempre ha sido el aburrimiento terreno fértil en grandes ocurrencias y tiovivos verbales. Nadie más aburrido en el mundo, pues, que nuestro ilustre presidente Zapatero, proferidor de nadas campanudas, maestro en el arte de pasar el rato y hacer pasar los ratos a los demás. Es así, ZP, el capitán del aburrimiento. El líder que para pintar de luz sus días grises en Moncloa lo mismo se va de copas con los etarras que le lanza un monumental corte de manga a una víctima cualquiera. Que lo mismo corta la cabeza del que encienda un cigarrillo que se fuma revolucionariamente el puro caribeño de la mezquindad con sus colegas, los tres sudamericanos.
De sobra está que yo recuerde aquí cómo llegó Joselu a lo más alto: si bien se vio impulsado por las ondas expansivas de las mochilas de Atocha, nada hubiera hecho sin el empuje definitivo del clan gritón y manifestero de la izquierda toda. Un capitán no es nadie sin su equipo. Y el equipo, en este caso, es numeroso.
Numeroso y aburrido, ya digo. Hasta el punto de buscar, para poner en sus dianas, la cara de nada menos que don Alberto Ruíz Gallardón, el otrora eslabón perdido de la izquierda en las aguas chuscas y pantanosas de la derechona vil.
Sucedió en Madrid. En la hora de la siesta, esquina Paseo del Prado. Lo había anunciado una baronesa hortera y mal peinada, que debe usar, por cierto, los billetes para limpiar su aristocrático culo, que un día fue la guapa oficial de España, que se casó con un milloneti aficionado a pinturas solemnes y del que ha heredado una enorme colección de cuadros. Bueno, pues como olvidándose de su ilustrísima posición, se ha lanzado a las calles madrileñas en plan jefa sindical echándose a la espalda a todos los aburridos que ha encontrado en la salida, recordando todos ellos, cabizbajos, los tiempos en los que todo estaba por derrumbar y los linchamientos públicos eran el juego habitual de los domingos.
Así, la baronesa/obrera, se ha alzado, sin pecho al aire ni nada, contra ese “la calle es mía” tan gallardonil como poco gallardo que lo mismo sirve para un socavón que para una tala, arropada por 40 organizaciones ecologistas, sindicales, políticas y vecinales. Ahí es nada. Y en medio, Ian Gibson toma notas sobre la Historia misma allí presente, Boris Izaguirre enseña el pitorro de su botijo a un par de peluqueras y Pilar Bardem… Pilar Bardem, ay, sólo llora sabiendo que no volverán ya las oscuras golondrinas.
Qué lastima que al final no se haya atado doña Tita a ningún árbol. Hubiera vulnerado sus derechos humanos, sí, pero Madrid hubiera vuelto a coro a los tiempos heroicos y pasados del ¡vivan las caenas!
PD: Como todo en esta vida tiene solución, miren aquí o aquí, por ejemplo.
2 comentarios:
Yo con los ricos revolucionarios estos me parto; viviendo en mansiones y con más cuartos que un cacique yo también soy "progre" y lo que haga falta, se ve que les ha ido mal con este sistema y tienen que limpiar sus ánimas por la causa de los 4 árboles del Prado (Si quieren campo que se vayan a Colmenarejo). Socialistos, sin más...
Un servidor
¿Donde estaban estos retro-progres cuando la tragedia de Guadalajara? Allí se perdieron miles de arboles y sobre todo vidas humanas por la neglijencia de un gobierno regional socialisto. ¿Donde estaban estos pancarteros de mierda (en el termino más ecolojista de la palabra) pidiendo justicia junto a los familiares de las victimas?. La foto hay que hacersela con la "pobre baronesita" para luego salir en el Hola y en en el Vogue. Menuda panda de gentuza.
Lo dicho, salieron las ratas a la calle.
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