Dos buenas columnas aparecen hoy en ABC.
La primera de, Laura Campmany, le llena a uno de alegría saber cómo la herencia del coloso de los romances y la coña marinera no la lleva doña Laura sólo en el apellido, sino que también la tinta de sus plumas corre con toda la cargazón sabia y buena del maestro.
Con su Romance de las Españas de Zapatero le pega un pellizco en toda regla al iluminado de nuestro presidente:
“Presiento que aunque se esconda detrás de zetas que pitan, por más derechos que otorgue, por más talante que exhiba, por más veces que se inmole a la causa tripartita, se empeñe en una alianza en la que nadie confía, y aprecie tanto a los simios y a las bandas terroristas, las entrañas de este santo no orinan agua bendita”.
Y la segunda, Extraños paralelismos, del profesor Rodríguez Braun, que se encarga de recordar al hilo del caudillito del jersey de rayas que:
“…aquí ni la demagogia es inexistente ni se trata siempre de modo liberal a las empresas...ni a nadie. Y quien se queje del intervencionismo en Bolivia es que no se ha parado un minuto a pensar en las prohibiciones, controles e intervenciones de todo tipo que debemos en apenas un par de años a este Gobierno tan progresista”.
1 comentario:
Braun tiene toda la razón. Acostumbramos a mirar mal a los que son descaradamente antiliberales, pero no somos capaces de descubrir a los que lo son casi de la misma forma por debajo del tablero.
Publicar un comentario