Resume Dragó en su último libro la Historia de España en tres etapas básicas: la España Mágica, la España Trágica y la España Hortera.
Uno piensa que la primera es mayormente invención literaria del propo Dragó, que la segunda es inagotable y la tercera está arrasando, siendo además la que nos hace caer más aún por debajo del nivel mundial de asquerosidad colectiva.
La rebelión de la chusma, dice Dragó, pues que ya no ve masa cívica con ansias de rebelión, como en sus tiempos aegura haber visto. Claro que maldita la masa que le tocó en suerte, que no dudó en pegarse de tiros y piedras por las mayores idioteces. Viva la memoria histérica. Ahora, que no eran tan horteras como ahora. Seguramente porque serlo requiere de unos lujos que ahora sí tenemos. Lo que tiene el progreso.
Bueno, pues eso, que de la España trágica y la España hortera mezclada sin ni siquiera el perejil de Arguiñano pues es normal que ande la gentuza a apalear a San Gil, o a Dolores Nadal o a Rosa Díez -por cierto, cómo me suena lo de hoy en la Complutense-.
Y a todo esto, añádase que los bárbaros andan ahora comentando la cosa en su mesa camilla. Justo a la vez que los probos ciudadanos ven cerciorada su innata capacidad creativa (¿fraude?, amos vete...y no me tires de la lengua).
España es diferente. A la mierda con España.
Menos mal que Llamazares y Stewie ya vienen con la revolución.
Ya viene el cortejo, ya viene el cortejo, ya se oyen los claros clarines...
¿Quién nos salvará?
Yo prefiero ir por libre. Creo. Me pido primer para desertar, que dijera el alegre Sabina.
martes, febrero 19, 2008
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