Ayer se entregó el Premio Cervantes. Este año, el galardón literario más importante en lengua española ha recaído en el poeta Juan Gelman. No lo he leído, así que me abstengo de criticar su obra. Sí he leído, en cambio, su discurso de ayer y sí me he topado aquí con cosas criticables. Además de no brillar en exceso literariamente hablando –véanse los textos de Umbral, de Cela, de Ángel González…- resultó ser una cosa cursilona y demagógica en torno a los males del mundo actual y, como consecuencia, los niños que mueren en el mundo: “¿cuántos habrán muerto ya desde que empecé el discurso? Se preguntó el poeta en voz alta”.
Pues muchos, sin duda. Demasiados, siempre. Pero muchos menos, afortunadamente, que en cualquier época pasada. Cualquiera tiempo pasado fue peor, poeta, podríamos decir corrigiendo a Manrique. Y todo gracias, qué le vamos a hacer, al malvado capitalismo, al horroroso liberalismo, a esa madrastra horrible llamada Libertad.
En estos casos, siempre viene bien, acordarse de los textos del profesor Sala i Martí, donde, por ejemplo, deja claras cosas como:
El número de pobres hasta 1980 aumentaba, pero cuando comienza la llamada “globalización neoliberal salvaje” y cuando China liberaliza su economía, introduce el mercado como pilar de su sistema económico y se abre al exterior, la pobreza baja de 1.200 millones a menos de 800 millones de habitantes.
Y apoya la esperanza en base a la razón y no al sentimentalismo utópico e idiota:
En 20 años Asia ha hecho un milagro. Salir de la pobreza, por tanto, se puede conseguir. Mucha gente decía que era imposible, que con la cultura asiática era imposible, que su religión les llevaba a la sumisión, que eran gente que, a diferencia de los cristianos, y sobre todo de los protestantes, que perseguimos el bien material, los chinos estaban allí flotando con su religión mística y que nunca jamás serían gente emprendedora, y que no podrían salir del pozo. Esto nos los decían en el año sesenta. Hoy en día, los chinos están creciendo.
Y hoy estamos escuchando los mismos mensajes respecto de África: que los africanos no tienen iniciativa, que son tontos, que los emprendedores en África son siempre extranjeros, que la gente rica y los que tienen negocios en el África negra son indios o chinos, o libaneses, todo para demostrar que la raza africana es una raza inferior. Las mismas tonterías que se decían antes de China. Lo importante es que China lo ha conseguido y lo ha conseguido igual que lo hemos conseguido nosotros.
¿Cómo lo hemos conseguido? ¿Con la “tasa Tobin”, con la renta básica, con la caridad del 0,7%, con la condonación de la deuda, con la antiglobalización? La respuesta es no. La respuesta es que lo hemos conseguido con la economía capitalista de mercado. Así es como lo hemos conseguido nosotros, así es como lo ha conseguido China y así es como lo conseguirán los africanos. Abriendo las fronteras a la globalización que todavía no ha llegado.
Es verdad que ha habido grados de intervencionismo diversos. No todo es Hong Kong, no todo es Estados Unidos. Los chinos están funcionando con un grado bastante elevado de intervencionismo, pero funciona. Lo que está claro es que todos los países que funcionan tienen mercados, tienen apertura. Por lo tanto, concluyo con un mensaje optimista. Si Asia lo está consiguiendo, África también lo puede conseguir.
jueves, abril 24, 2008
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2 comentarios:
Por supuesto que adhiero a las tesis de Sala-i-Martín y reconozco efectismo barato en el comentario de Gelman sobre los niños muertos, pero en casos como este prefiero "correr un tupido velo" ya que no puedo imaginar los razonamientos de alguien a quien le mataron a su hija y le secuestraron a su nieta por el "delito" de ser de izquierdas.
Argumentos como el de Gelman me molestan mucho mas en boca de espabilados como Joan Saura.
Saludos,
Ayer decía el Economista que en el área de Cantón (¡donde hay 100.000 fábricas!) el sueldo medio había subido un 50% en cuatro años para un operario de línea
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