Tras una pretendida imagen de objetividad e imparcialidad, lo más probable es que encuentre un analista de política exterior que ha sido convenientemente entrenado tanto periodística como ideológicamente para aparecer en televisión, por parte del Pentágono.
Este esfuerzo, que comenzó en la guerra de Irak, ha generado una propia dinámica financiera: la mayor parte de los analistas tiene estrechos vínculos, y contratos, con el estamento militar.
Esas relaciones comerciales casi nunca se revelarán a los espectadores y, a veces, ni siquiera a los propios canales de noticias. Pero colectivamente, estos hombres representan a más de 150 contratados por el ejército, ya sea como grupos de presión, altos ejecutivos, miembros del consejo de administración o consultores. Las empresas de defensa incluyen pesos pesados, pero también otros menos relevantes, todos parte de un gran asamblea de contratados de los que dependen cientos de miles de millones en el negocio militar generados por la administración en la guerra contra el terror. Se trata de una competencia furiosa, en el que la información privilegiada y el fácil acceso a los altos funcionarios son muy apreciados.
Las entrevistas muestran cómo la administración Bush ha utilizado su control sobre el acceso a la información en un esfuerzo por transformar a los analistas en una especie de caballo de Troya en los medios de comunicación - un instrumento destinado a dar forma a la cobertura del terrorismo dentro de la televisión y las principales redes de radio. [..]
Algunos expresaron su pesar por haber participado en lo que ellos consideran como un esfuerzo para manipular al público norteamericano con propaganda disfrazada de análisis militar independiente.
"Se les dijo, 'Nosotros controlaremos sus movimientos [ante las cámaras] y seremos quienes muevan su boca", afirma Robert S. Bevelacqua, un jubilado de Green Beret y ex analista de Fox News.
Documentos internos del Pentágono en repetidas ocasiones se refieren a los analistas militares como "multiplicadores de la fuerza del mensaje" o "sustitutos" que podrían difundir los "temas y mensajes" de la administración a millones de estadounidenses "en la forma de sus propias opiniones."
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