miércoles, marzo 26, 2008

LO METROSEXUAL

A mi es que no me va, o sea, esto de lo metrosexual. Hombrones pelo en pecho con querencia a rubio querubín. La vuelta a la caverna, donde la caverna es la masa sin cocer y con nieve, tersa y sin pelo, donde nada malo puede pasar, ese puro vientre maternal en el que Dalí soñaba con huevos fritos. Un querer, en fin, volver atrás, negando el empuje de las horas, queriéndose uno disfrazar de alumno en pantaloncito corto y herida alegre en la rodilla. O alumna, qué leches, pues que a mi esto me parece una mariconada en toda regla. Ya lo he tenido que decir.
Correr para los delincuentes y los malos toreros, dicen los buenos toreros y los que no tienen el arrojo de salir pero dan divinamente los consejos. Vamos, que de la prisa mejor no abusar. Así, Napoleón: vísteme despacio que tengo prisa. Me viene todo esto a la cabeza porque a uno le parece que lo de la metrosexualidad es una moda con prisas, un correr torpemente tras un estilo que casi nunca se alcanza, porque el estilo o la elegancia es algo que no se persigue, que va dentro del que lo tiene. La elegancia está en el esqueleto, dijo la Chanel, y creo que el transplante de osamenta es algo que no se da todavía en los quirófanos/paraísos, esos huertos de mármol que dan tetas y labios tal que tomates frescos.
Lo metrosexual sería entonces la negación de uno mismo, con lo que hemos llegado ya al sumun de la idiotez, donde además de tenerse a sí propio como enemigo resulta que se sale a la calle haciendo el ridi. Freud nos coja confesados. Por no hablar de la pasta que debe dejarse esta tropa en tintes, aceites, tatoos, bisutería de Rastro y demás aliños, amén de la hinchazón de músculo correspondiente a fuerza de mancuerna y atracón de espejos. Para poder ir de finos por la calle tienen antes que intercambiar sudores/olores en las tablas del gym.
Digo yo que entre esto y volverse del revés el calzoncillo hay un término medio. Que se puede abrir la puerta a las señoras y mirarles el culo después, vamos. Que hay un amplio terreno donde los tíos/tíos podemos correr a gusto, vestir decentemente, practicar la educación debidamente entendida y retirarnos después con los amigos a reír y a eructar y a ver pelis de Stallone y a comentar lo gordo que se le ha puesto el culo a la vecina de arriba, con lo buena que estaba. Digo yo que aún queda sitio, lo que no sé si seremos suficientes para saber defenderlo.
Y a todo esto las tías/tías algo tendrán que decir, vamos, que también se juegan mucho en la partida. Cuidar al niño o amar al hombre. Darwin reparte.

1 comentario:

Fonseca dijo...

Desde que salieron los calzoncillos slip se ha perdido todo...


Fonseca